domingo, 20 de octubre de 2019




Ildefonso Fuentes de Hoyos
¡Héroe de mil batallas!
Conozca como en un duelo que tuvo cuerpo a cuerpo evitó una carnicería. Un merecido homenaje al heroico coahuilense, cuyo genuino espíritu patriota hace falta en estos tiempos.
Por: Néstor Jiménez
Un falange del ejército francés, el más poderoso del mundo en el siglo XIX, se aproximaba peligrosamente al corazón de Coahuila sin que nadie pudiera detenerlos.
Era el 1º de Marzo de 1866 en la hacienda de Santa Isabel, cercana al municipio de Parras de la Fuente, cuando el valiente Conde de Briand, a cargo de las tropas del Emperador Maximiliano de Habsburgo, se preparaba para la batalla apoyado por los conservadores mexicanos.

El legendario enfrentamiento sería uno de los tantos que pasaron a la historia durante la guerra de intervención Francesa, conflicto bélico que cobró infinidad de vidas, a ese período también se le conoció como el Segundo Imperio de México, entre 1862 y 1867.

El general Andrés Viesca iba al mando de las tropas mexicanas una de ellas la del Regimiento de Carabineros de Monclova a quienes pusieron en primera línea para recibir y cortar el paso del enemigo, eran “la carne de cañón”.
Sin embargo, los soldados monclovenses no temían, pues confiaban en su jefe a cargo, el inmortal héroe de una y mil batallas aquel que se llamaba Ildefonso Fuentes de Hoyos.

EL PATRIOTA Y LA CAMPANA

Meses antes, Fuentes de Hoyos disfrutaba de las labores del campo y quería dejar aún lado los momentos difíciles que pasó en las batallas; pero le llenaba también de satisfacción haber participado con sus carabineros en la Revolución de Ayutla.
El plan del mismo nombre, desconoció al gobierno del dictador Antonio López de Santa Anna quien tuvo que declinar en 1855, dando pie a dos períodos presidenciales en ese mismo año: uno de Juan Álvarez y el otro de Ignacio Comonfort. En el Fortín del Huizache cuando se dirigía con sus hombres a Saltillo, Ildefonso fue herido de bala en una pierna, en ese entonces tenía el grado de Alférez.

Tras un tiempo de calma, en 1857, Comonfort dio un golpe de estado contra la Constitución que proclamaba la igualdad de derechos de los ciudadanos, proscribía la esclavitud e implantaba la enseñanza de pensamiento e imprenta además de prohibir los fueros eclesiásticos y militares.

Y en medio de todo ese ambiente problemático tomó las riendas de México por primera vez Benito Pablo Juárez García. Ildefonso narraba a sus conocidos como el gran estadista requirió de sus servicios al estallar la Guerra de Reforma.
Durante la conflagración también conocida como “Guerra de tres años” que duró de 1857 a 1861 y enfrentó a conservadores con liberales, participó en las célebres batallas de Zacatecas, San Juan de los Lagos y la de Barrancas de Beltrán.
Una anécdota curiosa citada por el historiador Arnoldo Bermea, fue la sucedida en junio de 1858, en el enfrentamiento de Santo Domingo en Guadalajara, cuando el Alférez Fuentes ganó, subió a la torre de la Iglesia junto con su primo y asistente Baltazar de Hoyos (quien escribía las hazañas) y ambos comenzaron a tocar con fuerza la campana mayor.

Una bala de cañón disparada por un enemigo que aún no se rendía, rompió las marras y el enorme instrumento cayó encima de ambos. Afortunadamente quedó inclinada lo que facilitó a sus rifleros para sacarlos sanos y salvos.
Juárez y los liberales, se alzaron con la victoria promulgándose las leyes de Reforma que iniciaron la separación del Estado con la Iglesia, la supresión tanto de las comunidades religiosas como de la libertad de culto.
Cuando culminó con su deber como patriota regresó a la Hacienda de Castaño, jurisdiccionada a Monclova junto al Licenciado Miguel Blanco Muzquiz ya convertido en general.

Todos esos gloriosos momentos estaban grabados en su mente sin embargo la calma se truncó pues el destino le tenía preparada una sorpresa: La nación y Juárez lo volvía a requerir como comandante de sus viejos regimientos de los carabineros de Monclova.

EL LEGENDARIO DUELO CUERPO A CUERPO

En la Hacienda de Santa Isabel quedaron frente a frente las filas del coronel Ildefonso Fuentes con la tropa del Conde Briand decididos a matarse para salir avantes.

El Coahuilense, para evitar más derramamiento de sangre, retó a duelo personal al aristócrata francés experto en la guerra: Si el Conde ganaba los mexicanos les darían el paso libre hacia el norte del estado pero si perdía, los franceses tendrían que emprender la inmediata retirada al sur. 

Cruzaron sus espadas, en un rito que atestiguaba el pacto y se dispusieron a batirse en la caballerosa pelea en que se jugaba el destino de ambos y el curso de la batalla. Quizá por la mente del coronel al sentir la muerte de cerca en tan decisiva situación, cruzó el recuerdo que nació un 23 de enero de 1825 en la Hacienda de Castaño donde fue alumno del profesor Jesús Silva.
Se le vinieron a la mente sus padres Manuel Fuentes y Doña Catarina de Hoyos y el sufrimiento que les causó perder a su hermano Pedro, en el ataque de los Indios apaches donde fue secuestrado su hermano Avelino y su cuñada María Arcienega. 

Quizá sintió angustia al no abrazar por última vez a su esposa María Juana Cárdenas con quien se casó el 5 de febrero de 1850 y desgraciadamente no pudieron tener hijos. Todo eso pasó por su cabeza en segundos y se sobrepuso al nerviosismo pues estaba el servicio de la patria.

Los aceros chocaron ferozmente infringiéndose heridas en sus cuerpos pero ninguno se rendía. El distinguido soldado imperial demostró su escuela de combate así como el mexicano su inigualable destreza.
Ambos bandos tenían un nudo en la garganta…¡El ambiente era tan tenso que podía cortarse con unas tijeras!

Los minutos avanzaban, la sangre brotaba de sus cortes y al final nuestro compatriota cegó la vida del gallardo oponente que cayó frente a sus hombres con el honor de un soldado mismos que cumplieron con el acuerdo y retrocedieron. El coronel salvó miles de vidas evitando una carnicería.

VALIENTE HEROE COAHUILENSE

Luego de esa muestra de bravura y experiencia, siguió con su misión al servicio de México participando en la gloriosa Batalla de Puebla el 5 de Mayo de 1867.
La guerra terminó con el sitio de Querétaro el 19 de Junio del mismo año, donde el general Mariano Escobedo fulminó a los invasores y fusiló al Emperador Maximiliano. La ejecución se llevó a cabo en el cerro de las Campanas junto a sus colaboradores conservadores Tomas Mejía y Miguel Miramón (Curiosamente fue niño héroe en la defensa del castillo de Chapultepec contra las tropas estadounidenses).

El singular castañense retornó a su tierra y le fue dado el puesto de Subinspector de las colonias Militares de Coahuila el 13 de Julio de 1868.
Pero nadie es eterno en esta vida y el coronel falleció el 3 de agosto de 1874, a los 49 años de edad, víctima de una enfermedad pulmonar en la casa ubicada hoy en día en el cruce de las calles Abasolo con General Mina de la zona centro de castaños, siendo sepultado en el panteón del Carmen.

Su inquebrantable espíritu sirvió a nuestro país en la lucha contra los tiranos y es recordado como el valiente que fue; Su bravura y patriotismo que tanta falta hacen, sirva de ejemplo a las generaciones.

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