lunes, 17 de diciembre de 2018

AQUELLOS LEGENDARIOS DORADOS DE VILLA


Guillermo Orozco R.



Muchos soldados  integraron la División del Norte durante la Revolución Mexicana, pero quienes integraron la escolta personal del general Francisco Villa se volverían legendarios. Estaban provistos cada uno con un máuser 7 milímetros, una pistola Colt 44 y un brioso corcel, además de su uniforme con sombrero Stetson 5 x y una cazadora verde olivo que después cambiaron a color caqui, fueron conocidos como “Los Dorados”.
Los principales Dorados eran elegidos por el propio general Villa,  en ese grupo se encontraban Nicolás Fernández, Candelario Cervantes, Martín López, Manuel Baca, José I. Prieto, Pedro Luján, Juan B. Vargas y Encarnación Márquez.
Aún sin tener el nombre de Dorados, participaron en las batallas de Tierra Blanca, Ojinaga, Chihuahua, y Torreón; pero ya con esa denominación formal que les dio su líder, y organizados como un cuerpo élite de la División del Norte, encabezaron la toma de Zacatecas donde cabalgaron como verdaderos centauros.
Aún en la derrota y en la rendición, siguieron a su líder para brindarle protección y  algunos de ellos morirían a su lado allá en Parral cuando fueron emboscados por un grupo de mercenarios el 20 de julio de 1923.
Luego del asesinato de Madero y Pino Suárez en febrero de 1913, Francisco Villa, quien se encontraba exiliado en El Paso tras haberse fugado de la prisión militar de Santiago Tlatelolco en la ciudad de México, decide regresar al país en el mes de marzo de ese mismo año para organizar un ejército contra el gobierno usurpador de Victoriano Huerta.
En cada rancho o pueblo que pisaban, se le iban sumando centenares de hombres decididos entre ellos quienes formarían parte de la legendaria escolta de Dorados. También en cada poblado va haciéndose popular la frase “¡Viva Villa!” el grito de guerra de los villistas que trascendería el tiempo.
De Casas Grandes, parte a La Ascensión (Chihuahua) donde estaciona sus tropas por espacio de un mes en el que adquiere municiones, organiza a sus soldados y elige a su escolta personal que al tiempo va a crecer y la bautizará con el nombre de Los Dorados. En esa localidad, Villa también recibe a los enviados de Venustiano Carranza y se suma al Plan de Guadalupe.
El enviado, Juan Sánchez Azcona, le solicita que se subordinara ante la autoridad del Primer Jefe y acepte como superior y ponga sus tropas al mando de Álvaro Obregón, quien había sido elegido jefe de armas de la zona noroeste.
De acuerdo con el escritor y cronista de la Revolución, Martín Luis Guzmán, en Memorias de Pancho Villa, el Centauro habría de rechazar la orden. “Señor (Juan Sánchez Azcona), diga usted a don Venustiano Carranza que yo prohíjo el Plan de Guadalupe, y que lo acepto a él como Primer Jefe, y que estoy pronto a obedecerlo en todo lo que convenga a la Revolución y a los intereses del pueblo; que si de veras es hombre revolucionario puede vivir seguro de mi amistad y mi lealtad. Pero dígale también que no acepto que nadie venga a mandarme en mi campo militar, que nosotros sabemos aquí lo que estamos haciendo, y si llegan a faltarnos generales, ya los nombraremos de entre nosotros mismos, pues así como nadie nos ha enseñado a pelear ni a cumplir con el deber, así tampoco nos mandará un hombre que nosotros no consagremos por nuestro jefe”. La respuesta de Carranza fue nombrarlo general brigadier, cargo con el que emprendería sus más famosas batallas que definieron el rumbo de la Revolución Mexicana, pero que fue ratificado por sus mismos hombres el 29 de septiembre de 1913, en la Hacienda de la Loma, Durango.
Tras apoderarse del estado de Chihuahua, entre enero y marzo de 1914, Villa fortalece  a la División del Norte y crea cuatro corporaciones que dependerían directamente del Cuartel general: El Estado mayor, la Escolta personal del general en jefe (Dorados), La Artillería y la Brigada Sanitaria. La Escolta personal del general en jefe, estaba conformada por hombres elegidos por el Centauro en el municipio de La Ascensión que posteriormente formaron parte del Cuerpo de  la Brigada Villa, que comandó hasta su muerte en San Andrés, el capitán Encarnación Márquez y luego Pancho Sáenz.
Villa seleccionó personalmente de las distintas brigadas a 99 oficiales de lo mejor de las distintas brigadas y formó un cuerpo élite al que por sus vestimentas él mismo llamaría “Los Dorados”, que se convertirían en su escolta personal. Como el Dorado número 100 y primer jefe de la escolta, sería elegido el coronel Jesús M. Ríos, originario de la sierra de Chihuahua. El nombre de la unidad también fue elegido por Villa, aunque se desconoce a la fecha su significado. Algunos creen que fue por la insignia dorada que llevaban en el sombrero, otros por las monedas de oro con las que pagaban lo que adquirían y otros más como analogía con el famoso grupo de bandoleros llamado “Los Plateados”.
Cada vez que el Centauro escuchaba que un soldado u oficial se había distinguido en batalla, lo incorporaba a sus Dorados. Así, Candelario Cervantes, llamaría su atención porque durante el ataque a la hacienda de Santa Clara los villistas no tenían artillería que los apoyara y cargando una recua de mulas con unas cuantas piezas de madera, se acercó a las líneas enemigas y en voz alta fingió dar órdenes a sus soldados para disparar los cañones. Los federales fueron presas del pánico y se rindieron.
Por su parte, Carlos Gutiérrez Galindo sedujo la imaginación del Centauro y fue incorporado también a los Dorados después de caer herido y su caballo muerto en un ataque. Cuando su unidad se retira, los federales acuden al campo de batalla para rematar a todos los heridos. Para salvarse, saca las entrañas de su caballo muerto y se esconde durante horas dentro del vientre hasta que las tropas villistas avanzan de nuevo y puede salir de su escondite.
Martin y Pablo López, fueron reclutados siendo adolescentes y seleccionados por su temeridad. Fueron hombres a los que llego a considerar como sus hijos y por quienes el Centauro lloró cuando murieron. En tanto Manuel Baca Valle, fue elegido como Dorado por su lealtad al Centauro ya que desde antes de la Revolución  había sido socio de Villa durante  sus tiempos de bandido y tenía un largo expediente criminal ligado al entonces jefe de la División del Norte. Al igual que Rodolfo Fierro, Baca Valle era uno de los verdugos más despiadados de la División del Norte.
Tras las derrotas del bajío, la División del Norte quedaría desarticulada y Villa entraría en una nueva fase de guerrilla a las que los Dorados lo acompañarían. Uno de ellos, Candelario Cervantes, encabezaría en 1916 el ataque al poblado de Columbus, Nuevo México, tras lo cual 10 mil soldados estadounidenses ingresarían a México a perseguir al Centauro sin lograr atraparlo.
Años después cuando el enemigo número uno de Villa, Venustiano Carranza, murió asesinado en Tlaxcalantongo y asume Adolfo de la Huerta como presidente interino de México, el Centauro acepta licenciarse junto con sus tropas  y se retira a la hacienda de Canutillo, Durango, acompañado de los Dorados que le quedaban. Algunos de ellos morirían con él aquel 20 de julio de 1923 en las calles de Parral; Chihuahua, demostrándole su lealtad hasta el final.
* Felices fiestas de fin de año y todos a sumarnos al nuevo gobierno que lucha contra un agonizante monstruo neoliberal que aún patalea y se resiste a morir.
Fuentes: Friedrich Katz, en Pancho Villa; Pedro Salmerón, La División del Norte; Guadalupe y Rosa Helia Villa, en Pancho Villa, Retrato Autobiográfico; Paco Ignacio Taibo II, en Francisco Villa.
Guillermo Orozco Rodríguez.- 17 de Diciembre de 2018.

lunes, 10 de diciembre de 2018

1º DE DICIEMBRE, DÍA HISTÓRICO

Por Guillermo Orozco R.

La cuarta transformación histórica de México

No quisimos perdernos la oportunidad de ser parte de la historia, un servidor y un buen número de laguneros hicimos el esfuerzo de asistir a la Ciudad de México a ser partícipes de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Mucho tiempo esperamos, siempre tuvimos fe en ver caer el régimen neoliberal y lo logramos el 1º de julio. Ya en la Ciudad de México el  ambiente festivo se notaba desde el día anterior, el viernes 30 de noviembre en las calles y lugares públicos todos hablaban de lo que verían el sábado siguiente, la llegada de un nuevo gobierno, el inicio de unja nueva etapa después de 36 años de neoliberalismo.
Los que tenemos confianza sabemos que nada cambiará de manera mágica, automática o instantánea. Será un largo y complicado proceso, del cual ya se han tenido muestras de textura y profundidad durante el raro periodo de hiperactividad de la presidencia electa. No habrá solamente una alternancia de siglas partidistas (como lo sucedido entre los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional), pues el arribo de Andrés Manuel López Obrador constituye, además, la primera ocasión, desde el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, en que llega al poder un político que podría inclinar la acción institucional hacia sectores populares y corregir a fondo las graves distorsiones que tanto afectan al país.
Andrés Manuel López Obrador llegará este sábado a la silla presidencial luego de un prolongado y afanoso trayecto que comenzó a precisarse luego de su única ocasión anterior en que rindió protesta para un cargo público, cuando llegó a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
Y por fin llegó el día de la primera transición ordenada y no pactada desde el año 2000, López Obrador reitera que habrá seguridad de las inversiones nacionales y extranjeras, pero además anuncia la separación definitiva del poder público del poder económico al que acusó de alimentarse durante décadas del cobijo del modelo neoliberal.
En su primer día como presidente de México, Andrés Manuel López Obrador fue arropado por miles de personas que llenaron el Zócalo, quienes escucharon el que fue su segundo mensaje al país, así como para presenciar el festival cultural que se realizó con motivo del inicio de la nueva administración.
De acuerdo con estimaciones de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina, acudieron 160 mil personas, sin reportarse hasta el cierre del evento  ningún incidente, el ya darle esa cantidad de asistentes es decir mucho, puesto que las cifras siempre se minimizan, el zócalo ocupa una superficie casi rectangular de aproximadamente 46 800 m² (195 m x 240 m)., si tomamos en cuenta por el amontonamiento de la gente de seis personas por metro cuadrado significa que en la pura plancha estaban 280 800 asistentes más los que se ubicaron a lo largo de una cuadra de las calles que convergen al mismo.
Por eso las acciones y escaramuzas que haga la oposición resentida, especialmente los miembros del Partido Acción Nacional (PAN), sólo serán la exhibición de una oposición débil y desorganizada que será aniquilada por los usuarios de las redes sociales, pues no cabe duda que en verdad estamos siendo testigos de una nueva forma de gobernar y de una cuarta transformación histórica en la vida política de México.
López Obrador necesita del apoyo de los más de treinta millones de votantes que creímos en él y de los que poco a poco se vayan convenciendo de que si es posible cambiar a México.
Guillermo Orozco Rodríguez.- 10 de Diciembre de 2018.

viernes, 7 de diciembre de 2018

TIEMPOS NUEVOS EN EL SNTE 


POR: GUILLERMO OROZCO R.



Al general Manuel Ávila Camacho le interesaba la integración del magisterio nacional, además de acabar con la teoría de la educación socialista, sustentada por el General Cárdenas, por lo que dentro del engranaje gubernamental nombra como titular de la  SEP,  a un rabioso anticomunista, el Licenciado Octavio Vejar Vázquez, quien persiguió y cesó masivamente a cientos de maestros identificados con el cardenismo (Igual lo  hizo Aurelio Nuño Mayer en el sexenio peñista)
El presidente Ávila Camacho necesitaba un sector magisterial estuviera al servicio del régimen y con la bendición gubernamental se convoca a un Congreso de unidad magisterial, en la Ciudad de México el 30 de Diciembre de 1943. De este congreso surge el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE.
El SNTE hasta hoy es un sindicato de Estadodespués de servir históricamente al nacionalismo revolucionario desde su fundación, se convierte en defensor de la política neoliberal a partir del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, en que es designada, más no electa como Secretaria general del gremio a la controversial Elba Esther Gordillo Morales. Desde entonces la lideresa magisterial sirvió a los presidentes en turno sin importar el origen de los partidos que los postularan, incluso en 2006 promovió abiertamente ante un bloque de gobernadores del norte afines a ella, el cuestionado triunfo de Felipe Calderón.
El papel más denigrante como organización se juega a partir de 2013 al arribar presidente Enrique Peña Nieto, en el que se convierte en un sindicato blanco. El régimen peñista  representó la culminación del programa neoliberal en México: la entrega de las industrias petrolera y eléctrica a las compañías trasnacionales, principalmente norteamericanas; las concesiones antinacionales de la minería a los monopolios mexicanos y foráneos, que impusieron el saqueo de los recursos de la nación, la destrucción de la naturaleza y el despojo a  las comunidades indígenas y de campesinos.  Además la etapa más negra que hayan vivido los maestros, la eliminación de sus derechos fundamentales, la campaña de desprestigio y las evaluaciones punitivas. Ante estos escenarios  el SNTE fiel a su estilo se convirtió  no sólo de ser un  sindicato charro, sino en un Sindicato blanco con líderes que apoyaron ciegamente el programa neoliberal.
Todas estas situaciones y la simpatía y esperanza que despertó la candidatura de López Obrador provocaron que de manera masiva el magisterio nacional votara por la alternativa de quien  les prometía  echar abajo la mal llamada reforma educativa.
Elba Ester, fiel a su estilo de apoyar a quien tiene posibilidades de ganar y con la experiencia política adquirida a lo largo de 23 años al frente del sindicato, otea el triunfo de López Obrador, de paso aprovecharía para vengarse de los que la sacaron del escenario político y sindical y monta una red electoral con personajes de su entera confianza para apoyar abiertamente la candidatura del posible triunfador.
Al terminar su proceso judicial, en el que de manera insólita es absuelta de todo delito, se dedica a golpetear a la dirigencia del SNTE, con el argumento de la legalidad estatutaria, en la que se dice la dirigente legítima,  presiona a un ya muy débil y acotado Juan Díaz de la Torre quien en durante la 47 sesión extraordinaria del Consejo Nacional  anuncia una licencia definitiva.
Es posible que el sucesor de Díaz, Alfonso Cepeda Salas  sea tan sólo un hombre de papel al servicio de Elba Esther y que sirva como trampolín a que nuevamente el grupo elbista se apodere del SNTE.
La licencia de Díaz de la Torre crea un escenario de lucha por el poder del SNTE, en el que participan tres grupos: los afines a Díaz de la Torre, los partidarios de Elba Esther y la CNTE, Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación que estaría viviendo un buen otoño político, en un escenario que jamás se le había presentado.
Pero las reglas del juego de poner en práctica el voto universal, directo, libre y secreto en todos los ámbitos sindicales desde las delegaciones, las secciones sindicales y el Comité Ejecutivo Nacional pueden propiciar que el SNTE sea dirigido por maestros de base, prestigiados en sus secciones sindicales y que antes en que imperaba el método de delegados, que eran fácilmente cooptados por los dirigentes en turno, hacían difícil y hasta imposible que obtuvieran posiciones de dirección en  el gremio.
El SNTE se encuentra en una nueva  encrucijada.  Las aguas se mueven de manera turbulenta;  Juan Díaz de la Torre se va; (que bueno, porque la base nunca  lo nombro); ¿Pero quién le dijo a la antigua dueña del SNTE  que es bienvenida?  Elba Esther Gordillo Morales no debe regresar al sindicato como dirigente, tiene derecho a una parte proporcional  en la dirección del mismo, lo que si debe regresar es el dinero que le robo al magisterio. Ya es tiempo que los trabajadores de la educación despierten y se atrevan a vivir la democracia; que dejen de temerle a los cambios de fondo y sacudan las estructuras anquilosadas de ese sindicato y de ese sindicalismo de Estado. Tampoco se debe esperar hasta el 2024 para convocarse a un Congreso Extraordinario del SNTE; éste debe convocarse ya; en 90 días.
Guillermo Orozco Rodríguez.- Diciembre 3 de 2018.