lunes, 18 de abril de 2016



UN PROFESOR PUEDE OPERAR UNA APENDICITIS SI ANTES PASA UN EXAMEN / 572


Guillermo Orozco R.

“El principal y más poderoso lastre que detiene a nuestro país en su camino al engrandecimiento es la ignorancia; su falta de instrucción lo convierte en un pasivo e inconsciente instrumento de los parlanchines que lo explotan sin cesar”
Gabino Barreda

De acuerdo a las  modernas tesis “nuñistas” si alguien requiere una cirugía contra una apendicitis, basta con que tenga una licenciatura para que pueda operar a un paciente, claro siempre y cuando haya previamente presentado un examen de opción y con una suerte hasta de tin marín lo hubiese aprobado.
Con esa visión de nuestro flamante Secretario de Educación Pública, todos los ciudadanos que tengan una licenciatura podrán ocupar una plaza o desempeñarse en el ramo que sea.
Haciendo uso de una palabra auténticamente lagunera ya se puede hacer un reburujo de todas las profesiones, es decir  un puente o distribuidor vial, lo puede dirigir en su construcción un comandante del ejército, un maestro puede ejercer como veterinario, un arquitecto puede dirigir una oficina de estadística de la Secretaría de Hacienda y por supuesto cualquier profesionista puede obtener una plaza de docente.
Obviamente, muy pocos enfermos estarían dispuestos a dejarse operar por un cirujano que no cursó la carrera de medicina, por supuesto, nadie cometería la locura de darle la obra de construcción de un puente a quien no sea ingeniero civil o arquitecto. Y sería  impensable que, en condiciones normales, el Ejército reclute a sus filas como oficial de alta graduación a quien no se haya formado y hecho de manera práctica carrera en sus filas.
A pesar de esto el pasado 22 de marzo, el secretario de Educación, Aurelio Nuño, anunció que para poder  ejercer la profesión magisterial, si  será posible  lo que para la medicina es inadmisible, la ingeniería o las armas.
Según el funcionario, desde este año, cualquier licenciado que presente un examen podrá dar clases de educación básica en el sistema público. La formación de maestros –según dijo– ha dejado de ser un monopolio de las escuelas normales. En los hechos, está condenando  ha condenado a muerte a las normales: “las mismas dejarán de ser semilleros de profesores de educación básica.
Esto significa que ejercerán de profesores de primaria profesionistas que no se prepararon para ello, y que no tienen conocimiento alguno de didáctica que es el arte de enseñar, tampoco tendrán conocimientos sobre la psicología del niño, ni de una materia seriada en los planes de educación secundaria llamada desarrollo de los adolescentes.
Bastará que sean licenciados y que aprueben un examen de conocimientos. En la docencia hay precedentes de excelentes maestros en activo que no estudiaron para serlo; sin embargo, no son casos muy frecuentes.
Y es que pudiera ser que con esa visión Aurelio Nuño reflejara sus propias carencias, pues a pesar de ser Licenciado en Ciencias Política y Administración pública, cree tener la capacidad de desempeñarse en cualquier cargo. Fueasesor de Peña Nieto durante su mandato como gobernador del estado de México, Jefe de la Oficina de la Presidencia de la República a partir del 1 de diciembre de  2012 y del 27 de agosto de 2015 a la fecha se desempeña sin tener experiencias docentes como Secretario de Educación Pública, aunque lo persiga el síndrome de policía o sargento.
Al menos en lo que se refiere a esta última función, la percepción de la sociedad y de los maestros en particular es que comparado con muchos de sus antecesores como José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Jesús Reyes Heroles y Fernando Solana, el cargo le queda demasiado  grande.
En nuestro país, el normalismo, como institución exclusiva de la formación de maestros, tiene largos 128 años de vida y en sentido lógico forma parte de una de las tres columnas vertebrales de todos los sistemas educativos en los países más desarrollados culturalmente y que son la educación tecnológica, la educación univeristaria y la educación normal.
El normalismo hasta ahora ha sido una profesión de Estado, más allá de sus dificultades y limitaciones, hay en su práctica una inmensa riqueza pedagógica. Losnormalistas han sido baluartes en la defensa de la educación pública, en algunas de sus escuelas –como las normales rurales– los estudiantes se forman con vocación de servicio social,  se convierten en líderes sociales contra las injusticias en sus comunidades. A pesar de ello (o quizá precisamente por ello), se le quiere condenar a muerte.
Quienes están al acecho de destruir al normalismo y apoderarse del servicio educativo atentando contra la educación pública son la tecnocracia educativa y la derecha empresarial, con la complacencia y contubernio de los gobernantes neoliberales en turno.
El grupo de mexicanos primero encabezado por Claudio X González ya ven en sus manos el gran negocio que significa tomar en sus mano el servicio educativo.
Pero lo que deben de entender es que el normalismo no es cualquier profesión, es una profunda filosofía que enrumba a los niños y jóvenes de México, es una profesión que fomenta valores y principios morales que no cualquier profesionista puede generar.
A quienes están en guerra contra el normalismo y quieren acabar con él, deben saber que habemos miles que estamos al pendiente de su defensa, lucharemos por exigir al Estado que recupere su rectoría y  porque esa tradición histórica de 128 años se fortalezca y siga existiendo en bien de México y de los mexicanos.

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