domingo, 8 de enero de 2017


EL GASOLINAZO / 602


(Guillermo Orozco) 



“Sólo viven aquellos que luchan.”  Víctor Hugo

El tradicional deseo de ¡FELIZ AÑO NUEVO! pudiera convertirse en una frase sin sentido, hueca y repetida sólo como una tradición a partir de este año, esto  ante el difícil panorama que nos espera a los mexicanos en el recién estrenado 2017: Inflación incontrolable, menos empleos, crecimiento económico de apenas el 1%, aumento al gas y a la electricidad, altas tasas de interés, un peso devaluado, y por si fuera poco el inicio de un mandato lleno de fobias hacia los mexicanos por parte de la administración o era de Donald Trump en el vecino país del norte, pero dentro de todo lo más terrible,  el llamado gasolinazo.
Ningún argumento o explicación que hagan los personeros del gobierno, en especial las que haga el Secretario de Hacienda José Antonio Meade sobre las razones del aumento a las gasolinas son creíbles para la mayoría de la población y más cuando en sus frecuentes apariciones en los medios, estas se vuelven más enredadas y contradictorias.
Una de ellas es argumentar que la verdadera causa del gasolinazo se dio para garantizar que los empresarios gasolineros del país,  tuviesen un margen de ganancia que hiciera más atractivo invertir en infraestructura de almacenamiento y transporte, además de poner a funcionar más gasolineras, bajo el argumento de que en México sólo hay 11 mil, que comparado con Estados Unidos son apenas la cuarta parte de las existentes en el vecino país del norte, pero Meade ocultó que el aumento no beneficiará mucho a los empresarios del ramo, sino que es una medida desesperada para que el gobierno tenga más ingresos vía impuestos, pues por cada litro de gasolina el gobierno se lleva 7 pesos de los mismos.
El problema real existe o se agudiza desde el momento en que se importa el producto y el peso se sigue depreciando respecto al dólar, además de la relación en cuanto a los precios internacionales del petróleo.
Es importante observar la reacción que tendrá ante este fenómeno una población que no se movilizó ante el pisoteo de los derechos humanos en tiempos de Calderón, ni ante la corrupción desmedida en el presente sexenio, ni ante el robo descarado que hicieron muchos  gobernadores salientes en sus entidades, ni ante  la reforma laboral disfrazada de educativa, ni ante las reformas estructurales, todo ello evidenciado en  los supuestos beneficios que se presumieron en su momento y que quedaron en la nada,  exhibiendo  a Enrique Peña Nieto como un embustero.
Ahorapudiera ser diferente, porque el gasolinazo afecta directamente el bolsillo de una población cada día más empobrecida y con el escándalo  generado por la información dada a conocer  apenas a pocos días de que terminara el año sobre   los bonos millonarios que se autorizaron los miembros del congreso y  que comparados con el irrisorio aumento al salario mínimo son una bofetada a la clase media baja y baja de este país.
Si la gente no se inconforma seguiremos siendo para asombro del mundo el país donde no pasa nada.Los obreros, los estudiantes, los campesinos, los pequeños empresarios, los médicos  y los profesores, son sectores obligados a la protesta y a la inconformidad.Pues los recortes presupuestales deben ser a la clase política, no a la educación ni al sector salud.
El gasolinazo es una muestra más del empeño por llevar hasta sus últimas consecuencias los dogmas neoliberalesque consisten en privatizar recursos y  consagrar leyes que regulen la oferta y la demanda.
La turbulencia generalizada que puede provocarse como consecuencia del alza a los combustibles, debería hacer que el grupo gobernante reflexionarasobre la improcedencia de supeditar la satisfacción de las necesidades de la población al cumplimiento de sus doctrinas económicas y al gusto de los intereses corporativos que se benefician con el manejo económico oficial.
La capacidad de sacrificio de los sectores mayoritarios -a los que ahora se suman incluso empresarios como los propietarios de gasolineras, cuyas utilidades se verán significativamente mermadas por el nuevo esquema de precios– tiene un límite; las autoridades no parecen darse cuenta de que está cada vez más cercano el día en que el hartazgo se salga de su control y se les rebase.
Este proceso de inconformidad servirá además para medir de qué están hechos lo gobernadores que llegaron a tomar las riendas de sus estados como oposición panistao los de filiación perredista que se hacen llamar gobernadores progresistas.Los ciudadanos esperan de ellos que sean diferentes y que en sus acciones de inconformidad no se haga uso de la fuerza pública.
En fin, 2017 pudiera ser un año de sorpresas, de definiciones políticas y del aceleramiento de la caída de la ya muy deteriorada aceptación que tienen  Peña Nieto y los priistas en el ánimo ciudadano, pero con el peligro de que quien capitalice la inconformidad ciudadana, sea el conservador Partido Acción Nacional  ante una izquierda coptada y dividida.
Guillermo Orozco Rodríguez.
Enero 9 de 2017

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