UNIDAD NACIONAL SÍ, PERO CONTRA LA CORRUPCIÓN / 607
POR GUILLERMO OROZCO R.
“A la traición se le llama realismo, al oportunismo se le llama pragmatismo y al imperialismo ahora se le llama globalización”.
Eduardo Galeano
Decía el insigne educador lagunero don José Santos Valdés,que valores como la honestidad, la puntualidad, la solidaridad y otros sólo se fomentarían en los alumnos si se practicaban con el ejemplo. Quiénes están al frente de un grupo de personas deben dar buenos ejemplos para generar credibilidad, los gobernantes tienen que ser honestos para que sean respetados por el pueblo.
Esta reflexión viene a colación por la forma en que en estos momentos se hace un llamado a la unidad nacional por parte del gobierno mexicano,ante las aberraciones políticas del presidente de los Estado Unidos Donald Trump, quién es cierto que está pisoteando la integridad de México.
El problema estriba en la falta de autoridad moral para hacer un llamamiento de esa magnitud, por parte de una clase política que lo único que ha dado son malos ejemplos a sus gobernados y en quien poco creen los ciudadanos.
Desde la época de Lázaro Cárdenas no se le había dado énfasis a la unidad nacional en torno a la defensa de la soberanía, la diferencia estriba en que el ejemplo que Cárdenas desplegaba hacia los mexicanos como estadista difiere mucho de la imagen que se tiene del actual gobernante Peña Nieto.
No es lo mismo el llamado a la unidad nacional a que se convocó en 1938, un día después de la expropiación petrolera por parte de un gobierno con autoridad moral, al llamamiento de este 2017 por parte de un gobernante que tiene el más bajo índice de popularidad y credibilidad en toda la historia de este país. No es lo mismo el general Cárdenas que Peña Nieto.
El 23 de marzo de 1938 miles de personas de todas las clases sociales se reunieron en una enorme manifestación de respaldo al gobierno, donando pequeñas cantidades de dinero, objetos, joyas y hasta animales domésticos para cubrir la indemnización a las compañías petroleras extranjeras.
Las colectas y la emisión de bonos para cubrir la indemnización a las compañías petroleras, estuvieron lejos de solucionar el problema económico, pero sí constituyeron movilizaciones impresionantes de la opinión pública y despertaron una verdadera conciencia nacional en apoyo de la nueva situación. Incluso sectores como la Iglesia y empresarios conservadores, aplaudieron esta decisión. Para muchos, la expropiación significaba un sacudimiento final del imperialismo, que por tanto tiempo había sangrado a México, impidiéndole confiar en su propia fuerza y capacidad.
El sentimiento de unidad nacional debe ser un acto espontáneo, que esté al margen de los argumentos retóricos que de repente ya no convencen, el llamado a esa acción de coincidencia nacionalista debe partir de una vertiente positiva, algo que en estos momentos se torna difícil ante una ciudadanía golpeada por el régimen neoliberal, que en los últimos años le ha dado reveses tremendos a su bolsillo.
Indudablemente que Donald Trump pudiera ser el punto de coincidencia para despertar un nacionalismo que parecía ya enterrado en la memoria de los mexicanos, pero también hay que entender que las fanfarronadas y humillaciones asestadas a nuestro país por parte de ese magnate en el poder, se agudizan debido a la devaluada figura de quien nos gobierna actualmente.
La unidad nacional no debe surgir de la coyuntura de la política de Trump, no basta con el llamado al consumo de nuestros propios productos, ni ponernos a agitar banderitas tricolores como expresión nacionalista y patriotera, ni poner en nuestros perfiles de Facebook caritas tricolores, más que todo tenemos que hacer una profunda reflexión de que somos parte de una sociedad fragmentada y llena de desesperanza, además no debemos olvidar que la actual política estadounidense es parte de un estilo del que hemos sido víctimas durante muchos años.
La deportación de migrantes ha sido una constante de siempre y ha sido agudizada en las últimas tres décadas; Obama ordenó la deportación de más de 3.4 millones de mexicanos y se mantuvo intacta la zozobra para más de 11.3 millones de indocumentados que sobreviven perseguidos, explotados y humillados. Y los gobiernos neoliberales no tuvieron reacciones como las que quieren simular en estos momentos, ni actuaron en consecuencia.
Para hacer llamados de este tipo el gobierno en turno, tiene que hacer un balance histórico de cómo en el pasado se enfrentó con éxito al imperialismo norteamericano, porque de lo que no hay duda es que la única victoria que México le ha arrebatado a los Estados Unidos fue la disputa por la expropiación petrolera.
Pudiera ser que ante la situación de desprestigio del gobierno mexicano, que ha socavado las expresiones sociales de inconformidad se le reviertan en este llamado y las manifestaciones ciudadanas se desborden y tomen otras banderas como la corrupción, el caso Ayotzinapa, los gasolinazos y las fracasadas reformas estructurales.
Se puede dar el caso de que al alentar las manifestaciones sociales en su favor, el régimen corra el riesgo de estar trabajando en contra de sí mismo.
Guillermo Orozco Rodríguez. Febrero 13 de 2017.
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