domingo, 5 de marzo de 2017

TODOS UNIDOS CONTRA LÓPEZ OBRADOR / 610

POR: GUILLERMO OROZCO R.


“El fin justifica los medios”. Maquiavelo

De los tres últimos procesos electorales  para elegir presidente de la República en dos de ellos, 2006 y 2018, un año antes de cada elección Andrés Manuel López Obrador se convierte en un fenómeno de popularidad, es puntero en las encuestas, es el candidato más seguro y el mejor posicionado, da la imagen de que nadie lo puede detener, pero siempre surgen los imprevistos y artimañas de la clase en el poder, los intereses de los que comandan el grupo neoliberal que ha gobernado este país desde 1982, agrupados en el PRI y en el PAN, “mafia en el poder” les ha llamado siempre AMLO.
El 7 de abril de 2005 culminó un proceso sucio iniciado desde el año 2004 por el propio presidente de la República el panista Vicente Fox Quesada, un acto de desafuero para evitar que López Obrador apareciera en las boletas electorales de la elección de 2006.
El 1 de abril de 2005 un subcomité de cuatro diputados permitió el voto del desafuero en la cámara de diputados, lo que se ejecutó seis días más tarde, el 7 de abril. Después de una larga sesión en la cual López Obrador acusó a Vicente Fox de estar detrás del proceso, la cámara de diputados votó para quitarle el fuero con 360 votos a favor contra 127 que votaron por evitarlo (y dos abstenciones), con el PRI y el PAN a favor del desafuero y el PRD, partido de López Obrador en ese tiempo que de manera unánime estuvo en contra de la resolución. A la sesión solo fueron 488 de los 500 diputados.
Las revistas Times, Times de Los Ángeles, el Chicago Tribune y The Financial Times consideraron el desafuero como una mala decisión política. A pesar de ello, el 8 de abril de 2005 (un día después), López Obrador abandonó su oficina de jefe de gobierno.
El 24 de abril hubo una manifestación de apoyo en el Zócalo de la Ciudad de México, según fuentes de seguridad y medios de comunicación la participación excedió el millón de personas. A partir de entonces López Obrador comenzó una campaña que denominó de “resistencia civil” contra su posible marginación de la elección presidencial, declarando que se trataba de una estrategia del gobierno federal para bloquear su candidatura.
Tres días después Fox anunció cambios en su gabinete (incluyendo al Procurador General de la República, Rafael Macedo de la Concha) y una nueva evaluación del caso legal en contra de López Obrador, proponiendo una enmienda constitucional por las que los derechos civiles no se suspenden hasta que encuentren a un ciudadano culpable, Fox dio marcha atrás al proceso contra López Obrador, decisión que de paso lo posicionó como un candidato blindado e imparable.
Posteriormente ya como candidato se orquestó un proceso electoral de ínfima calidad, el gobierno federal encabezado por un rencoroso presidente al que se le había humillado con el fracaso del desafuero, gastó en tres meses aproximadamente 1,300 millones de pesos en una campaña publicitaria para destruir a López Obrador, dicha campaña tuvo el apoyo aparte del gobierno federal de la jerarquía católica, de la cúspide empresarial y de los grandes medios de comunicación principalmente los televisivos. Todos coincidieron y vendieron la frase: “López Obrador es un peligro para México”.
La campaña mediática fue exitosa pues se hizo creer que la diferencia de 10 puntos que llevaba López Obrador sobre el candidato de la derecha clerical-neoliberal, Felipe Calderón, se había reducido considerablemente, sin embargo  oficialmente se declaró un cerrado triunfo al panista de apenas el 0.5% con el que ganó, pero dejando en la ciudadanía una percepción de fraude electoral. “Haiga sido como haiga sido pero yo gané”, diría un débil Felipe Calderón, que ante la crisis de legitimidad se lanzó a una guerra supuestamente  contra el narcotráfico que costó más de 60 mil muertos y miles de desaparecidos.
Durante el proceso de 2012, de manera insólita Enrique Peña Nieto, el desprestigiado candidato del PRI, acosado por estudiantes de diversas Universidades y con una imagen de bajo nivel cultural e intelectual se alza con el triunfo.
Este personaje y su grupo gobernante, han propinado al bolsillo de los mexicanos serios golpes económicos, en el actual sexenio se vendió la idea de las bondades que traerían para los mexicanos doce reformas estructurales (de corte neoliberal) desde la hacendaria, la energética y la laboral disfrazada de educativa, todas fueron  resistidas y cuestionadas por millones de ciudadanos y ante fracaso de las mismas el presidente quedó con una imagen muy deteriorada que lo hacen aparecer como un embustero y con una crisis política de popularidad que de paso arrastra a su partido.
A  esto le sumamos el gasolinazo del presente año cuyo cuestionamiento dio paso a que la mayoría de la población repudie al actual gobierno, a la clase política corrupta y depredadora y a todo el sistema político dominante.
Estas circunstancias hacen que López Obrador se encuentre en su mejor momento político y que a un año de que inicie el proceso electoral la clase política neoliberal inicie una nueva campaña de desprestigio en la que coinciden  nuevamente en que hay que impedir primero la candidatura del tabasqueño y de no lograrlo entonces evitar que sea el próximo presidente de México.
Empieza un fenómeno similar al de 2005:todos unidos contra López Obrador”, eso lleva la intención de provocar un desgaste a su figura. En la trama ya está participando el pseudo panista Miguel ángel Yunes, el presidente del PRI Enrique Ochoa, el expresidente Felipe Calderón y el desprestigiado Diego Fernández de Cevallos, entre los más notables.
Frente a la amenaza de una victoria de la oposición, el sistema autoritario ya está orquestando otra vez la estrategia del dispendio ilegal, de la difamación y de las fuentes oscuras, sin descartar el fraude electoral en caso necesario, como lo hiciera en 1988 y 2006, o simular alternancias como la del 2000 y la del 2012 mediante pactos organizados desde las cúpulas del poder económico y político.
Si López Obrador logra sortear la tempestad que apenas empieza y hace el esfuerzo de participar en un frente de unidad nacional de las fuerzas progresistas de este país,  en donde surja una candidatura que logre derrotar al neoliberalismo gobernante, un esfuerzo de unidad en donde haya voluntad política para que quien encabece la candidatura en el 2018 sea producto del consenso de dichas fuerzas, esto pudiera derivar incluso de que él no necesariamente fuese el candidato de ese frente, es casi seguro que si hay voluntad para ello, tendremos un presidente progresista que desbanque a los depredadores neoliberales que han tenido  el poder desde 1982.
Guillermo 0rozco Rodríguez.
Marzo 6 de 2017.

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