EL SNTE…. ¿SERÁ DIFERENTE POR FIN
POR: GUILLERMO OROZCO R.
Nunca en su historia el SNTE ha dejado de ser un sindicato de estado, ese ha sido su papel desde que nació en 1943. Aunque tiene una asombrosa capacidad de simulación para hacer creer a los gobernantes en turno, que caminan del lado de la ideología del régimen gobernante. Inicialmente sus principios contemplaban la defensa de los intereses de los trabajadores de la educación, al menos así rezaban sus estatutos. Aunque esa defensa no tenía mucha energía, ya que siempre: “caminó a la par del Estado posrevolucionario”, muy cercano a la SEP y al Partido Revolucionario Institucional, o PRM, al momento de su creación. Han sabido simular que son afines al panismo en su momento y actualmente hacen intentos desesperados por convencer al régimen de la cuarta transformación que son soldados del sistema.
Con la renegociación del tratado de libre comercio T-MEC se pactó una reforma laboral para que los sindicatos mexicanos se rigieran bajo los principios de la democracia liberal. Después de los cambios a la Ley Federal del Trabajo publicados el 1º de mayo de 2019, se tienen que armonizar los estatutos de las organizaciones sindicales, de ahí que el SNTE enviará al Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje el nuevo reglamento para que las elecciones hasta el ámbito de las direcciones seccionales, en que se divide el organismo en las entidades federativas, sean como lo establece la ley: por medio del voto personal, libre, directo y secreto. A partir del mes de enero de 2020, ningún comité seccional a elegir que no cumpla con el nuevo marco normativo tendrá interlocución legal con la federación o con los gobiernos estatales.
El Consejo Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) pues ya poco se convoca a congresos nacionales, aprobó en sesión extraordinaria el nuevo Reglamento. El documento establece la elección de directivas seccionales sindicales a través del voto universal, libre, directo, secreto, personal e intransferible. El gremio magisterial que encabeza Alfonso Cepeda Salas, definió por unanimidad –NO PODÍA SER DE OTRA MANERA- En eso estriba la institucionalidad-. La última ocasión en que un acuerdo no fue definido de manera unánime se dio cuando se votó la aceptación a la reforma de la ley del ISSSTE en Hermosillo, Sonora. Pues sí hubo algunos votos en contra.
Pese a las modificaciones aprobadas, Cepeda Salas explicó que no fue necesaria una reforma estatutaria, ya que según Cepeda, el SNTE siempre ha tenido una visión “democrática”.
Esa modalidad o reglamento quedó corto, pues no contempla que el voto universal, libre, directo, secreto, personal e intransferible se aplique para la renovación del Comité Ejecutivo Nacional, lo cual implicaría que Alfonso Cepeda esté maniobrando para dirigir la organización hasta el 2024.
Es por eso que no podemos hablar de un proceso democrático completo, pues se corre el riesgo de neutralizar durante todo el sexenio a las resistencias magisteriales que valientemente han sido contrapesos del SNTE a lo largo de la historia. Por ejemplo su lucha tenaz contra la reforma educativa empresarial o mal llamada reforma educativa que afortunadamente ya fue abrogada y también en contra de las políticas neoliberales.
Por lo tanto se corrobora que el SNTE no sabe funcionar de otra manera, se acostumbró demasiado a ser un sindicato de Estado, 75 años o casi 76 de existencia, en que los líderes han estado sujetos a la sumisión y al servilismo no los pueden hacer actuar de manera diferente de la noche a la mañana, no saben o se hacen.
Guillermo Orozco Rodríguez.- 18 de noviembre de 2019.
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