La visita del papa a México
Guillermo Orozco
“La santurrona, la inquisidora, la
torturadora, la falsificadora (…) la oscurantista, la impostora, la
embaucadora, la difamadora, dizque santa madre iglesia católica, me arruinó la infancia con la amenaza del
falso infierno, e hizo de paso, que mi
mamá pariera veinte hijos”. Fernando Vallejo.
Muchos
creyentes y no creyentes desearían que Jorge Mario Bergoglio o Francisco que
es el nombre que adquiere al ser elegido
papa pudiera ser diferente a los demás papas.
Pero pensar que pudiera ser
diferente a los demás significa entonces que tienen amplias dudas sobre las
conductas de sus antecesores o las ignoran.
Hay pocas posibilidades de que sea diferente a los otros, conociéndose
la corrupción que impera en la iglesia católica a través de su historia y la
forma en como son designados los
llamados pontífices.
El
carácter y la moral de muchos de los papas, nos revela claramente que no son los sucesores de Cristo ni de Pedro,
sino sucesores de un sacerdocio pagano.
Numerosos papas fueron tan
depravados en sus acciones, que si se estudia la historia de los mismos, muchos a pesar de ser creyentes se
avergonzarían de ellos. Pecados tales como el adulterio, la
sodomía, la violación, la corrupción, la pederastia, el asesinato y el alcoholismo, han sido
cometidos por varios papas.
Estamos conscientes de que el atribuir esta clase de pecados a quienes proclaman ser el “Santo Padre”, “Vicario de Cristo” y “obispo de obispos”, ha de ser alarmante. Pero quien haya estudiado la historia de los papas, comprende claramente que lo han sido todo, menos hombres santos.
Los papas son seleccionados por un cónclave o colegio cardenalicio, esto se
realiza una vez finalizado el periodo del obispo de Roma, al momento de su fallecimiento
o renuncia, como fue el caso de Benedicto XVI.
Un cardenal es un dignatario eclesiástico de alto rango de la Iglesia Católica Romana, el más alto título honorífico que puede conceder
el papa. Quienes lo reciben se convierten en miembros del Colegio Cardenalicio y "creados" durante una ceremonia
especial llamada consistorio. La principal misión del Colegio Cardenalicio es elegir el Sumo Pontífice.
Los
requisitos para ser cardenal son: haber
recibido su ordenación sacerdotal y distinguirse por su doctrina, piedad y
prudencia en el desempeño de sus deberes, rasgos que están muy lejos de
cumplir, al menos dos de los tres
cardenales mexicanos que formaron parte de la elección de Francisco están
llenos de conductas ilícitas y sospechosas, además han estado envueltos en
escándalos que denigran su investidura.
Los cardenales
mexicanos que en su momento formaron
parte del Colegio cardenalicio que eligió al actual papa son, José
Francisco Robles Ortega, Juan Sandoval
Íñiguez y Norberto Rivera Carrera.
Juan
Sandoval Íñiguez tiene fama de misógino, intolerante con los homosexuales,
reaccionario, conservador y acusado de
lavado de dinero, además de haber llegado al cargo después del asesinato de
Juan Jesús Posadas Ocampo por parte del crimen organizado.
Norberto Rivera Carrera es acusado de encubrir sacerdotes
pederastas, en especial al sacerdote de
Tehuacán Puebla, Nicolás Aguilar Rivera y al jefe de los legionarios de cristo Marcial
Maciel, Norberto Rivera, siempre ha tenido una postura rígida y cerrada ante
la homosexualidad. Se pronunció en
contra del matrimonio entre personas del mismo sexo y, a pesar de la
postura tomada por el Papa Francisco sobre la no condena, él ha seguido con su
línea personal de pensamiento. Norberto Rivera
Carrera, pasará a la historia como lo que es: un cardenal encubridor de curas pederastas y cómplice de la corrupción.
Respecto
a los papados recientes hay quienes cuestionan y critican la canonización de Juan
Pablo II. Con pleno sustento y sobrada justificación, señalan la sospechosa relación
del papa Juan Pablo II con el criminal Marcial Maciel, líder y
fundador de la Congregación de los Legionarios de Cristo. Maciel
gozó de la protección de Juan Pablo II, pese a las acusaciones de haber
abusado de sus colaboradores y haber
mantenido una doble vida con dos mujeres y varios hijos, Juan
Pablo II adoptó además
una línea sumamente conservadora, sin
embargo en temas relacionados con el control de la natalidad, el aborto y el
divorcio.
Ciertos sectores de la opinión pública
criticaron su firme rechazo de los
métodos anticonceptivos y del uso del preservativo, en un mundo donde el
sida se cobraba millones de víctimas.
Fue además
intransigente con los sectores más
progresistas de la Iglesia, como los representantes de la Teología de la Liberación latinoamericana y se apoyó en grupos ultraconservadores, como
el Opus Dei.
Respecto
al papa Francisco tampoco difiere mucho de sus antecesores, una de sus
declaraciones más desafortunadas fue al
opinar sobre los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, como si
estuviésemos en la época de la edad media dijo: “No hay que culpar sólo al gobierno, yo pienso que a México el diablo lo
castiga con mucha bronca por esto (aparición de la Virgen de Guadalupe).
Creo que el diablo no le perdona a México que ella haya mostrado ahí a su hijo.
México es privilegiado en el martirio por haber reconocido, defendido, a su
madre”, dijo el papa. A pesar de las
solicitudes de los familiares sobre una entrevista, el papa apenas accede a invitar a padres de Ayotzinapa a una misa en Cd.
Juárez, pero definitivamente no se
reunirá con ellos,
En realidad, siempre ha sido un
hombre conservador, un peronista de
derecha, pero que
ha tratado de modificar su imagen de manera pragmática, al darse cuenta que eso es lo que le conviene
a una iglesia en crisis, trata de aparentar más comprensión en cuestiones como
el aborto, el divorcio o la homosexualidad en las que antes se mostraba extremadamente
duro. Su objetivo es conquistar a sus
detractores más feroces.
Adolfo Pérez Esquivel, premio
Nobel de la Paz en 1980, uno de los mayores exponentes de la teología de la liberación, explica el pragmatismo y la nueva cara de Bergoglio. Pero duda de que haya cambiado, ya que “antes, como jefe de la Iglesia argentina,
representaba a sus sectores más conservadores.
El papa Francisco encontrará en
México una crisis “epidémica” de desapariciones, torturas y asesinatos, y una
de las situaciones más graves en materia de derechos humanos, pero por su parte no habrá
críticas ni pronunciamientos al respecto, pues un jefe de Estado siempre tiene
que actuar en el marco de la diplomacia.
En este sentido la visita del Papa Francisco a México se convierte en una simulación del combate a la corrupción,
un espaldarazo a Enrique Peña Nieto y forma parte de una mercadotecnia distractora de este gobierno sobre los graves problemas nacionales.
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