domingo, 21 de febrero de 2016

La visita del papa a México

Guillermo Orozco

 “La santurrona, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora (…) la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, dizque santa madre iglesia católica,  me arruinó la infancia con la amenaza del falso infierno,  e hizo de paso, que mi mamá pariera veinte hijos”.  Fernando Vallejo.

Muchos creyentes y no creyentes desearían que  Jorge Mario Bergoglio o Francisco que es el nombre que adquiere al ser elegido papa pudiera ser diferente a los demás papas.   Pero pensar que pudiera ser diferente a los demás significa entonces que tienen amplias dudas sobre las conductas de sus antecesores o las ignoran.    Hay pocas posibilidades de que sea diferente a los otros, conociéndose la corrupción que impera en la iglesia católica a través de su historia y la forma en como son  designados los llamados pontífices.
El carácter y la moral de muchos de los papas, nos revela claramente que no son los sucesores de Cristo ni de Pedro, sino sucesores de un sacerdocio pagano.  Numerosos  papas fueron tan depravados en sus acciones, que si se estudia la historia de los mismos,  muchos a pesar de ser creyentes se avergonzarían de ellos.  Pecados tales como el adulterio, la sodomía, la violación, la corrupción, la pederastia,  el asesinato y el alcoholismo, han sido cometidos por varios  papas.

Estamos conscientes de que el atribuir esta clase de pecados a quienes proclaman ser el “Santo Padre”, “Vicario de Cristo” y “obispo de obispos”, ha de ser alarmante. Pero quien  haya  estudiado la historia de los papas, comprende claramente que  lo han sido todo,  menos hombres santos.
Los papas son seleccionados por un cónclave o colegio cardenalicio, esto se realiza una vez finalizado el periodo del obispo de Roma, al momento de su fallecimiento o renuncia, como fue el caso de Benedicto XVI.
Un cardenal es un dignatario eclesiástico de alto rango de la Iglesia Católica Romana, el más alto título honorífico que puede conceder el papa. Quienes lo reciben se convierten en miembros del Colegio Cardenalicio y "creados" durante una ceremonia especial llamada consistorio.  La principal misión del Colegio Cardenalicio es elegir el Sumo Pontífice.
Los requisitos para ser cardenal son: haber recibido su ordenación sacerdotal y distinguirse por su doctrina, piedad y prudencia en el desempeño de sus deberes, rasgos que están muy lejos de cumplir, al menos dos de los tres cardenales mexicanos que formaron parte de la elección de Francisco están llenos de conductas ilícitas y sospechosas, además han estado envueltos en escándalos que denigran su investidura.
Los cardenales mexicanos  que en su momento formaron parte del Colegio cardenalicio que eligió al actual papa son,  José Francisco Robles Ortega,  Juan Sandoval Íñiguez y Norberto Rivera Carrera.
Juan Sandoval Íñiguez tiene fama de misógino,  intolerante con los homosexuales, reaccionario, conservador  y acusado de lavado de dinero, además de haber llegado al cargo después del asesinato de Juan Jesús Posadas Ocampo por parte del crimen organizado.
Norberto Rivera Carrera es acusado de encubrir sacerdotes pederastas,  en especial al sacerdote de Tehuacán  Puebla, Nicolás Aguilar Rivera y al jefe de los legionarios de cristo Marcial Maciel, Norberto Rivera, siempre ha tenido una postura rígida y cerrada ante la homosexualidad. Se pronunció en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo y, a pesar de la postura tomada por el Papa Francisco sobre la no condena, él ha seguido con su línea personal de pensamiento. Norberto Rivera Carrera, pasará a la historia como lo que es: un cardenal encubridor de curas pederastas y cómplice de la corrupción.
Respecto a los papados recientes hay quienes cuestionan y critican la canonización de Juan Pablo II. Con pleno sustento y sobrada justificación, señalan la sospechosa relación del papa Juan Pablo II con el criminal Marcial Maciel, líder y fundador de la Congregación de los Legionarios de Cristo. Maciel gozó de la protección de Juan Pablo II, pese a las acusaciones de haber abusado de sus colaboradores y haber mantenido una doble vida con dos mujeres y varios hijos, Juan Pablo II adoptó además una línea sumamente conservadora,  sin embargo en temas relacionados con el control de la natalidad, el aborto y el divorcio.
Ciertos sectores de la opinión pública criticaron su firme rechazo de los métodos anticonceptivos y del uso del preservativo, en un mundo donde el sida se cobraba millones de víctimas.
Fue además intransigente  con los sectores más progresistas de la Iglesia, como los representantes de la Teología de la Liberación latinoamericana y  se apoyó en grupos ultraconservadores, como el Opus Dei.
Respecto al papa Francisco tampoco difiere mucho de sus antecesores, una de sus declaraciones más desafortunadas fue al opinar sobre los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, como si estuviésemos en la época de la edad media dijo: “No hay que culpar sólo al gobierno, yo pienso que a México el diablo lo castiga con mucha bronca por esto (aparición de la Virgen de Guadalupe). Creo que el diablo no le perdona a México que ella haya mostrado ahí a su hijo. México es privilegiado en el martirio por haber reconocido, defendido, a su madre”, dijo el papa.    A pesar de las solicitudes de los familiares sobre una entrevista, el papa apenas accede a invitar a padres de Ayotzinapa a una misa en Cd. Juárez,  pero definitivamente no se reunirá con ellos, 
En realidad, siempre ha sido un hombre   conservador, un peronista de derecha, pero que ha tratado de modificar su imagen de manera pragmática,  al darse cuenta que eso es lo que le conviene a una iglesia en crisis, trata de aparentar más comprensión en cuestiones como el aborto, el divorcio o la homosexualidad en las que antes se mostraba extremadamente duro. Su objetivo es conquistar  a sus detractores más feroces.
Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz en 1980, uno de los mayores exponentes de la teología de la liberación, explica el pragmatismo y la nueva cara de Bergoglio. Pero  duda de que haya cambiado, ya que   “antes, como jefe de la Iglesia argentina, representaba a sus sectores más conservadores.
El papa Francisco encontrará en México una crisis “epidémica” de desapariciones, torturas y asesinatos, y una de las situaciones más graves en materia de derechos humanos, pero por su parte no habrá críticas ni pronunciamientos al respecto, pues un jefe de Estado siempre tiene que actuar en el marco de la diplomacia.

En este sentido la visita del Papa Francisco a México se convierte en una simulación del combate a la corrupción, un espaldarazo a Enrique Peña Nieto y  forma parte de una mercadotecnia  distractora de este gobierno  sobre los graves problemas nacionales. 

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