lunes, 9 de octubre de 2017

DEMANDAS PROLETARIAS Y SURGIMIENTO DE EJIDOS 

POR: GUILLERMO OROZCO RODRÍGUEZ



Manila es el nombre de una hacienda de la Comarca Lagunera, perteneciente al municipio de Gómez Palacio, Dgo. Ahora es un ejido, allí, en 1935, se realizó una huelga de peones agrícolas, que no solo resultó victoriosa, sino que fue además el antecedente de una huelga general de 35 000 peones agrícolas de la Comarca que culminó con el reparto agrario de 1936.Este movimiento contó con el apoyo solidario de trabajadores de la ciudad.
La primera huelga de trabajadores agrícolas de la Comarca Lagunera Estalló el día 11 de Junio de 1935 y triunfó el 4 de agosto de ese mismo año.
La importancia de este movimiento es que los peones agrícolas exigieron a sus patrones el cumplimiento de la Ley Federal del Trabajo,  la jornada de ocho horas, contrato colectivo de trabajo, salario mínimo y demás prestaciones. En síntesis eran demandas proletarias, ni siquiera pasaba por la mente de esos humildes campesinos la lucha por la tierra.
Antes de la huelga de trabajadores agrícolas iniciada en la Hacienda de Manila  las condiciones de los trabajadores eran demasiado precarias, los jornales percibidos por los trabajadores oscilaban entre 50 y 80 centavos. La mayor parte de sus ingresos iban a parar a la tienda de raya, que era la tienda del monopolio regenteada por un socio o prestanombre del hacendado,  que funcionaba en todas las haciendas a pesar de estar prohibido por la ley.
Desde el punto de vista legal, lo que favoreció a los peones para poder ganar muchas prestaciones contempladas en   la Ley Federal del Trabajo, fue el hecho de demostrar las precarias condiciones laborales,  vivían acasillados en las haciendas, trabajaban en ellas todo el año,  los patrones no pudieron eludir legalmente la responsabilidad.
Desde el punto de vista político, también  favoreció el triunfo el gran despertar del pueblo. En todo el país había huelgas y movimientos, el campesinado reclamaba la tierra y los obreros luchaban por sus  derechos como trabajadores. El Gral. Cárdenas fue obligado por el poder popular  a dar un paso adelante en las reformas sociales pendientes  desde la Revolución Mexicana.
La clave del triunfo en esas circunstancias, fue la combatividad y la unidad de los jornaleros, la honestidad y valor civil de sus dirigentes y el apoyo que tuvieron en gran escala de los obreros industriales y agrícolas de toda la región.
En ese movimiento proletario surgen los Sindicatos Rojos, organizados por el Partido Comunista Mexicano, entre los que destacan líderes como Tomás Palomino Rojas, Domingo Garibaldi, Cruz Chacón Sifuentes, Manuel Murúa y otros.
Las demandas de los trabajadores consistían principalmente en:
* La firma de un contrato colectivo
* El aumento salarial a un peso con cincuenta centavos diarios, y
* La intervención o vigilancia de un representante del sindicato al momento de pesar el algodón recolectado.
Los hacendados rechazaron todas las peticiones de los jornaleros, incluso la última, con la que aceptaban de manera tácita,  el robo de kilogramos que hacían a los pobres trabajadores al momento de pesar su algodón, al mismo tiempo emprendieron una ofensiva de propaganda negra por medio de la prensa, las radiodifusoras y los púlpitos de las iglesias para desprestigiar el justo movimiento proletario.
Estos poderosos y abusivos hacendados carentes de argumentos,  fomentaron con la fuerza del dinero la creación de sindicatos blancos,  trayendo a la Laguna un ejército de  10 000 trabajadores provenientes de Zacatecas, Durango y San Luis Potosí, con ofertas de salarios de seis y hasta siete pesos por día, algunos se convirtieron en esquiroles, “apatronados” les llamaban, pero otros se sumaron solidariamente al movimiento de huelga. Era tanta la bondad de los peones agrícolas que militaban en el sindicalismo rojo, que al momento de la resolución de cada ejido, muchos de ellos fueron incluidos en la dotación de tierra,  sin importar el bando al que hubiesen pertenecido.
Manuel Murúa Ibarra líder y Secretario  General del sindicato huelguistalogra que se concedaen primer lugar el respeto al  derecho de asociación, ala firma de los contratos colectivos de los sindicatos que había y los que se formaran, escuelas para la educación de los hijos de los trabajadores de  las haciendas, que casi no funcionaban.   Casas higiénicas, porque algunas estaban compuestas de varas, o carrizos, o cañas de rastrojo ya cayéndose. Agua potable, medicina, pago del séptimo día y aumento de $1.00 a $1.50 diarios a todos los jornaleros.
Los trabajadores de la ciudad siguieron ayudando hasta terminar el movimiento,sobresalíanlos obreros metalúrgicos, los ferrocarrileros, los de las fábricas, en fin todas las organizaciones ayudaron. Recorrían las haciendas, traían alimentos para los campesinos, iban a las haciendas  comisiones a otorgar ayuda y orientación política;   toda la región estaba bien organizada.
Ante la presión popular, el Presidente Lázaro Cárdenas pone en vigor la ley agraria del 6 de enero de 1915expidiendo el histórico decreto del 6 de octubre de 1936, mediante el cual se expropian y reparten las grandes haciendas algodoneras de la comarca lagunera.  Manuel Murúa fiel a los principios de la lucha original, rechaza convertirse en ejidatario y tuvo que sobrevivir como obrero, finalmente el líder campesino Arturo Orona, le da empleo en las oficinas de la Asociación campesina denominada 40-69.
Fuente.-  Manila, una huelga exitosa de peones agrícolas, Luna Ortiz José
Luchas campesinas en la comarca lagunera, Orozco Rodríguez Guillermo

Guillermo Orozco Rodríguez.- 9 de Octubre de 2017.

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