lunes, 16 de noviembre de 2015

MEMORIAS PROLETARIAS DE LA COMARCA LAGUNERA A 79 AÑOS DEL REPARTO AGRARIO
Guillermo Orozco Rodríguez
“La microhistoria es la versión popular de la historia”.
Luis González y González
Historiar no es lo mismo que describir superficialmente algunos hechos del pasado de un pueblo y sus habitantes, lo que se llama historiografía.   No, historiar es concebir lo general y lo particular; individuos, personalidades, grupos, clases sociales y contextos estrechos y amplios descritos con una visión y pensamientos como viviéndolos y compartiéndolos, explicando el pasado para justificar el futuro.
Relatar y explicar el acontecimiento socioeconómico que significó la expropiación de las grandes haciendas algodoneras en 1936, Reparto Agrario se le denomina localmente, debe ser un trabajo de  exploración político-pedagógica, pocos  ejidos de la laguna, han logrado  encadenar pasado con presente en la Región Lagunera (Comarca Lagunera, dicen los españoles-mexicanos) y, sobre todo explicar y explicarse las transformaciones que se desencadenaron con ese reparto agrario, las  transformaciones desde la acumulación capitalista de la propiedad en el siglo XIX, su paso por la propiedad social o sistema ejidal en el siglo XX y la nueva acumulación capitalista de la propiedad  provocada por las reformas del neoliberalismo, que trata de cambiar  formas de vida y tradiciones  que se resisten a  desaparecer en estas comunidades.
Podemos deducir que la Región Lagunera emerge fuerte, crece, se desarrolla y  hegemoniza en economía, producción y política, a diferencia de otras regiones y entidades; debido a su vinculación con potencias mundiales por el camino del dinero y del mercado, pero por ese mismo camino es donde los dueños de grandes latifundios sucumben y se ponen a los pies de compañías agiotistas, antecedentes de los banqueros que se convertirán en los nuevos acaparadores de la propiedad.
El desarrollo del capitalismo en el campo lagunero tiene su decadencia al generarse la organización de los trabajadores en los diferentes escenarios de luchas sociales, 1910, 1919, 1935, en donde juega un papel relevante el sindicalismo rojo de la época,  también la  dirección ideológica de los maestros rurales y la sensibilidad agraria de un gobierno nacionalista.  La participación de hombres, mujeres y nombres de  nuestros héroes regionales mantenidos en el anonimato por la historia oficial, pero rescatados si es que se intenta por la crónica oral,  sería un trabajo  que deberían echarse a cuestas  los profesionistas oriundos de las comunidades ejidales, quienes lo  lograron  gracias al reparto agrario.
Manuel Morúa Ibarra,  es el principal dirigente de la Huelga general de trabajadores agrícolas de la Hacienda de Manila en el Municipio de Gómez Palacio, Durango, la cual inicia el  11 de junio de 1935 y que se generaliza a toda la comarca lagunera.
El conflicto se fortaleció gracias a la  alianza que se tuvo con los trabajadores de la Ciudad dirigidos por Dionisio Encina, que de manera solidaria inicia la huelga de apoyo compartida por 38 000 obreros el 18  de agosto de 1936.
Columnas de huelguistas se presentaban en las haciendas y exigían que el latifundista o su administrador se retiraran inmediatamente y sobre el tejado o en la puerta principal era izada la bandera rojinegra, estandarte de la huelga.
Patrullas de tropas motorizadas se encargaron de instalar de nuevo en sus haciendas a los terratenientes o a sus administradores y de arriar la bandera de huelga, en cada hacienda quedó un grupo de soldados. Poco después volvieron los huelguistas con una ametralladora donde se requería, pues hubo patrones que no hicieron uso de la fuerza, y desarmaron y mandaron a su casa a la guardia, alejando del lugar nuevamente a los latifundistas e izando otra vez las banderas rojinegras.
Al cabo de ocho días el comité de huelga fue llamado a la capital del país por el propio Presidente Cárdenas, ventilándose el conflicto laboral en la suprema Corte de Justicia de la Nación  la que dictó un laudo a favor de los peones, mismo que los hacendados se negaron a acatar.
Es  entonces que ante la presión popular el Presidente Lázaro Cárdenas pone en vigor la ley agraria del 6 de Enero de 1915 expidiendo el histórico decreto del 6 de Octubre de 1936 mediante el cual se expropiarán y repartirán las grandes haciendas algodoneras de la Comarca Lagunera.
Con el fin de garantizar que el decreto expropiatorio tenga éxito el  domingo 8 de Noviembre de 1936 sale por la noche de la capital de la Republica rumbo a la comarca Lagunera el General Lázaro Cárdenas del Rio a resolver el asunto agrario.
El Lunes 9 de Noviembre llega  a San Pedro de las Colonias a bordo del tren Olivo a las 6 de la tarde pide que lo trasladen a la casa del General Marcelino García Barragán jefe militar de la plaza ubicada en la calle Manuel Acuña entre Juárez e Hidalgo donde hoy está la casa parroquial. En ese lugar pasa su primera noche en San Pedro.
Cuando se le pregunto al Presidente Cárdenas porque había decidido quedarse en san Pedro de las Colonias  se cuenta que dijo, “estoy en san Pedro porque este es el pueblo donde  Madero inicia nuestra Revolución mediante una obra escrita y aquí se cumplirá  la Reforma  Agraria”.
A partir del martes 10 de noviembre el General Cárdenas se instala en la casa de Madero para atender en este lugar todo lo que tiene que ver con el Reparto Agrario y con sus funciones  como Presidente dela República.
Dos actos de gobierno que deben mencionarse durante el mes de su estancia por la Laguna son: la creación del Municipio de Francisco I. Madero el 30 de Noviembre de 1936, tomando parte de la superficie de  San Pedro y Matamoros, además de que el 4 de Diciembre del mismo año,   crea la Dirección  federal de Educación en la Comarca Lagunera, cuyo primer titular fue el Profesor y General José Reyes Pimentel autor de la obra denominada “Despertar Lagunero”.
Después de un mes de dictar resoluciones agrarias a todos los nuevos ejidos de la comarca lagunera, el día 9 de Diciembre sale rumbo a Querétaro y de ahí al Distrito Federal a donde llega el 12 de Diciembre de 1936.
El usufructo parcelario era la mejor protección que los campesinos tenían para proteger su parcela, con las reformas del salinismo fue fácil deshacerse de ella, por lo que igual que en los tiempos de las haciendas hoy se encuentran sumidos nuevamente en la pobreza y desesperanza.

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