miércoles, 27 de julio de 2016

RAFAEL IGNACIO AGUILAR TALAMANTES.

El artífice de la Vía Constitucional al Socialismo.

Originario del Estado de Baja California, llegó a la ciudad de México para cursar sus estudios universitarios en Economía. Al poco tiempo de desempacar sus libros tuvo que trabajar en una fábrica de plásticos para contribuir al pago de $125 pesos, por una habitación que compartía con otros tres compañeros en la calle de Donceles. Cuatro meses estuvo trabajando sin paga, hasta que finalmente obtuvo un pago de $49.00 pesos. ¡Por los cuatro meses de trabajo!
Fue entonces que tomó la decisión de que nadie, nunca más, debería ser tratado con ese desprecio que permite la relación salarial. Esa decisión habría de transformar el resto de su vida. Y también la vida política de este país. Se convirtió en un organizador de la insurgencia popular.
Durante su etapa juvenil, participó como promotor y propagandista de las principales agrupaciones estudiantiles y juveniles de los años 60. Colaboró al desarrollo del movimiento sindical democrático y fue amigo personal de los principales dirigentes políticos de su momento. De la amistad con líderes como Rubén Jaramillo tuvo la oportunidad de conocer de cerca varios de los movimientos guerrilleros armados y estuvo a punto de pertenecer a uno. Aguilar Talamantes nuca fue ajeno al dolor de su gente y junto con ellos sufrió hambre, frío, persecución, prisión, tortura física y mental.
En los años recientes al triunfo de la Revolución cubana, y siendo Aguilar Talamantes un dirigente estudiantil, se celebró en la Habana, Cuba, un encuentro continental de estudiantes al que fue invitado. En su discurso, Aguilar Talamantes expresó el respaldo entusiasta de los estudiantes de México a la Revolución triunfante. Y ante un efervescente auditorio repleto de representantes juveniles de todo el continente, en un gesto de audacia política, expresó su desacuerdo con la vía del núcleo guerrillero como el único medio para instaurar el socialismo. Su amplia experiencia política le demostraba que era un error “querer vestir de verde olivo a toda Latinoamérica”. Su oposición a la lucha armada le costaría el desprestigio entre quienes se arrogaban a título personal el epíteto de revolucionarios. Más tarde, al salir de la cárcel pretextando discrepancias fundamentales, fue separado de su organización política. Desde entonces, tuvo que sufrir –estoico- una campaña permanente de vituperios y desprestigio.
Sin embargo, Aguilar Talamantes nunca cejó en su esfuerzo por lograr una sociedad más justa y equitativa. Durante la década de los 70, fue un incansable promotor de la organización popular y su esfuerzo cristalizó en el Partido Socialista de los Trabajadores, organización naciente que logró estar a la altura de otros partidos de izquierda que contaban con muchos años de tradición y respaldo internacional.
El Partido Socialista de los Trabajadores, lejos de ataduras mentales, con lucidez creativa aceptó contender en el plano ideológico y político con las fuerzas gubernamentales que necesitaban una salida a la crisis de gobernabilidad, en tanto que las fuerzas de ultra derecha demandaban mano dura para gobernar. El PST llamó entonces a las fuerzas democráticas a una alianza para sacar adelante reformas legislativas que más tarde se conocerían como la Reforma Política, en las cuales se reconocía a los partidos políticos como organizaciones de “interés social” y, por tanto, su legítimo derecho a contender electoralmente, concediéndoles su registro legal. Incluidos los partidos de izquierda.
La legalidad se convirtió en el escudo y la espada de los socialistas. El Partido Socialista de los Trabajadores llamó a la población para hacer de la política un arte, y del arte de gobernar una ciencia de todo el pueblo; definiendo al sujeto revolucionario como el ciudadano que dice ¡basta! a la injusticia y ejerce su soberanía a través de la insurgencia electoral. Los ciudadanos, con la ley en la mano, habrían de decidir libremente a través del voto secreto y directo la forma de gobierno que mejor conviniera a la mayoría del pueblo, de acuerdo con el espíritu del Artículo 39 constitucional. Desde entonces, quedó esbozada la Vía Constitucional al Socialismo, máximo aporte del PST a la teoría científica del socialismo en México y al proceso revolucionario.
Sin embargo la izquierda tradicional, refractaria a la autocrítica, no pudo aceptar esta verdad objetiva, pues siempre ha pensado ser dueña de la verdad histórica. En aquella ocasión lanzó la consigna “No queremos apertura, queremos revolución”, denostando la lucha legal, por ser un “engaño burgués”.
Desde entonces, la calumnia y la adjetivación gratuita fueron siempre los argumentos para satanizar a un creciente y poderoso Partido Socialista de los Trabajadores, que supo abrir el camino de la legalidad parlamentaria a las multitudes de la sociedad civil organizada, derribando con ello los viejos dogmas y consignas de la izquierda tradicional.
Años más tarde, al final de los 80, la profundidad de análisis y la creatividad política de Aguilar Talamantes, se pone de manifiesto nuevamente al proponer la integración de un gran frente electoral a partir de la alianza de cinco grandes partido políticos que contaban con registro electoral, más una gran cantidad de organizaciones regionales y civiles. Fue así como nace el Frente Democrático Nacional, la fuerza electoral más importante de la izquierda en toda su historia, y logra una abrumadora votación a favor del socialismo, mediante la vía pacífica, constructora y legal.
A pocos días de la contundente victoria electoral, producto de la unión de las fuerzas democráticas, los representantes la izquierda tradicional anuncian unilateralmente su separación del FND y llaman a formar un nuevo partido. El nuevo partido que formarán -en un acto de incongruencia- habrá de borrar de sus documentos toda mención del socialismo y nombrará como su presidente a un ex integrante del actual partido gubernamental.
La formación de un poderoso partido socialista de masas y la integración de un amplio frente electoral, son dos ejemplos que demuestran la contundencia y creatividad teórico-política del pensamiento de Aguilar Talamantes, sintetizada en su concepción de la Vía Constitucional al Socialismo, cuya característica principal radica en el reconocimiento objetivo de la realidad -no importa lo desalentadora que ésta pueda ser- y la instrumentación de una política congruente –que permita reconocer y superar nuestras debilidades-, es decir, radica en una honestidad intelectual impecable y una voluntad inquebrantable para actuar en consecuencia. Ambas virtudes distinguieron siempre a Rafael Ignacio Aguilar Talamantes.
Águila Que Cae
27 de julio de 2016. México.

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