La jerarquía llegó a ser la mayor poseedora de tierras en Europa occidental (más de la mitad) y al no gastar como los nobles y los reyes en guerras, festines, banquetes y cosas mundanas, ni permitía a sus libidinosos miembros tener familia estable, su poder económico fue incomparable.
El Diezmo se pagaba de lo obtenido cada año en bruto, sin deducir gastos, pues hacerlo significaba la condenación eterna y el infierno.
Todas las grandes fortunas tienen un origen oscuro, el de las iglesias no es nada luminoso.
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