miércoles, 31 de octubre de 2018

JOSÉ SANTOS VALDÉS, EL MAESTRO TRASHUMANTE. 111 aniversario de su natalicio.


Guillermo Orozco R.

* Rancho Camargo orgullo republicano, huella del juarismo en la laguna.


“Lo único que realmente educa es el trabajo” Profesor José Santos Valdés

Hablar de José Santos Valdés es entender la filosofía de la escuela rural mexicana, es conocer  la geografía de México, es recorrer la sierra, la campiña, el valle, el bosque y el desierto.
Hablar de José Santos Valdés es explicarse la disciplina y democracia escolar como una práctica cotidiana de los valores éticos, tener congruencia entre el decir y el hacer, entender a la educación como la más alta prioridad nacional,  recordar a Ameliay sus métodos de enseñanza de  lectura y  escritura, las causas de la deserción y reprobación escolar,   y sentir orgullo de realizar el milagro de educar a los niños de México.
Hablar de José Santos Valdés es cerrar los ojos para echar a volar la imaginación de su ruta pedagógica como maestro misionero y como maestro al servicio de las escuelas de la revolución, como escritor, como periodista crítico, pero sobre todo como un tenaz inconforme e incorruptible luchador social.
Nace José Santos Valdés para orgullo de los coahuilenses, en especial de los matamorenses,  en el Rancho Camargo a escasos 8  Kilómetros de la entonces Villa  de  Matamoros; Coahuila, el 1º  de Noviembre de 1905.
¿Pero dónde quedaba exactamente el rancho Camargo  que todos mencionaban en sus escritos y discursos? A mediados del mes de octubre previo al primer centenario de su natalicio, con pico, pala, cámara fotográfica y diario de campo,  un grupo de seguidores de su trayectoria y de su obra pedagógica: los Profesores Vicente Rodríguez Quiroz, Arturo Esparza Ramírez, Luis Treviño, Roberto TreviñoRodríguez y Guillermo Orozco Rodríguez, con la ayuda de un sobrino-nieto del ameritado maestro, el Señor José Guadalupe Ramírez Rojas, los condujo al lugar donde encontraron los cimientos de la casa paterna donde nació el ameritado mentor. El Rancho Camargo es un lugar contiguo al Ejido Flor de Mayo.
Es así que  desde el 1º  de noviembre de 2005 y con motivo del primer centenario de su natalicio, entre los mezquitales del semidesierto lagunero, se erige un pequeño y modesto obelisco de cemento y grava que sostiene un libro con la siguiente inscripción: “En este lugar nació el gigante de la Escuela rural mexicana, Profesor José Santos Valdés”.
Rancho Camargo y Rancho el Edén  eran las propiedades  de sus padres, producto del reparto de tierras del cuadro de Matamoros decretado por Benito Juárez el 28 de agosto de 1864, de lo cual Don Santos se sentía orgulloso.
Para honrar su vida y su obra se han escrito varias versiones sobre sus datos biográficos, incluyendo una en la que parafraseando al  escritor colombiano Gabriel García Márquez, sería su equivalente a “vivir para contarla”, es decir sus datos autobiográficos.  Sin embargo la investigación más completa al respecto se plasma en la   tesis denominada “La semilla en el surco. José Santos Valdés y la Escuela Rural Mexicana, 1922-1990 que para para obtener el grado de Doctor en Historia presentó el joven profesor normalista (ahora Doctor) *Hallier Arnulfo Morales Dueñas.
Con dedicación y tenacidad en la que invirtió cerca de tres años y con una correcta metodología de investigación,  Morales Dueñas recorrió lugares, consultó archivos, documentos, libros, obras completas,  entrevistas a familiares, discípulos y a convencidos seguidores del valdesismo, para darnos la faceta del Santos Valdés que muchos quieren ocultar:crítico e inconforme de un sistema que no otorga bienestar y educación al pueblo.
Aquí se presenta a un Santos Valdés que fue marcado por la circunstancia de la pobreza,  de la  conducta imperante  en el seno de la iglesia católica, donde se transmiten  dogmas religiosos y los hombres imploran que los salven de las garras del infierno,  donde actitudes discriminatorias de sus ministros, lo hicieron alejarse para siempre de los asuntos de dios.
Un Santos Valdés que quizá por estrategia gubernamental,para que no echara raíces ni se convirtiera en líder social, fue convertido en  maestro trashumante, pero  que al recorrer el país se dedica a llevar y sembrar su doctrina pedagógica y filosófica, que une las huellas de la ficción y la realidad de un régimen que lo estrena como maestro,  con su expulsión del estado norteño de Sonora,  a causa de su congruencia de pensamiento.
Un Santos Valdés al que hay que  interpretar desde diversos ámbitos para poder entenderlo, desde el ámbito familiar con el  que muchas veces tiene que sacrificar su convivencia cotidiana, el laboral, el sindical, el de su breve militancia comunista, en lo social a la par de un México que hacía esfuerzos por construir instituciones públicas que sirvieran a los jóvenes del medio rural, que le darían temple y  solidez  ideológica.
El autor se da a la tarea de escudriñar en el Archivo General de la Nación, en el apartado del fondo de la Dirección Federal de Seguridad, donde se ubicó el expediente José Santos Valdéz (sic). Ahí se  se descubre la manera en que la antigua policía del régimen espió al profesor durante muchas décadas, quien desde el poder era visto injustamente como un peligroso comunista, agitador del normalismo rural y promotor de la guerrilla, incluso le colgaron  el sambenito de ser autor intelectual del levantamiento de Madera; Chihuahua en 1965.
El ejercicio realizado aporta y profundiza mucho sobre José Santos Valdés, pero no agota el estudio sobre su pensamiento, ni mucho menos la influencia, apropiación y permanencia que alcanzó en el campo educativo.
Aquí  se unifican el devenir histórico del proyecto normalista rural y específicamente  la historia de la Normal Rural “Gral. Matías Ramos Santos”  de San Marcos; Zacatecas, en la que desarrolla su mejor proyecto pedagógico.
Producto de la investigación, el autor trata de colocar las huellas más profundas dejadas en el largo camino recorrido  por José Santos Valdés. Sus pisadas intentan  explicar y comprender, cómo se fraguó un liderazgo al servicio de los desprotegidos estudiantes del campo. El fiel equilibrio entre una historia apologética de bronce,  frente a una historia crítica y metódica, son los pasos  de un personaje visto a través de múltiples voces, testimonios y documentos.
El personaje visto a través de su vida y obra escrita, no fue lineal ni homogéneo, fue una figura que tuvo altibajos, fortalezas e incertidumbres,que constituyeron el flujo de una vida que retrata a un hombre, acorde a su espacio y a su tiempo.
José Santos Valdés murió en Gómez Palacio; Durango el 5 de agosto de 1990.A partir de entonces sus discípulos han tratado de mantener viva su obra y su memoria, llevan editados 19  tomos de su vasta obra escrita.
De vivir José Santos Valdés, en estos días estaría enfrentando sin concesiones a la ofensiva conservadora del neoliberalismo  y a la derecha empresarial, estaría además defendiendo tenazmente a la educación pública, pero en especial,su pluma flamígera estaría defendiendo a las acechadas y difamadas Escuelas Normales Rurales.
*Hallier Arnulfo Morales Dueñas.   Profesor Zacatecano egresado  el año 2004 de la Escuela Normal Rural “Gral. Matías Ramos Santos” de San Marcos, Zacatecas. Los grados académicos de Maestría y Doctorado los obtuvo durante el periodo de 2009 a 2016 en la Universidad  Autónoma de Zacatecas.
Guillermo Orozco Rodríguez.- 1 de Noviembre de 2016.

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