LA PARADOJA DE LA REFORMA EDUCATIVA
RUBÉN OLVERA MARINES
“Si eres capaz de ver lo sutil y de darte cuenta de lo oculto, irrumpiendo antes del orden de la batalla, la victoria así obtenida es una victoria fácil” El Arte de la Guerra, Sun Tzu
Si Elba Esther Gordillo siguiera al frente del SNTE, hubieran podido suceder dos cosas con la reforma educativa: o quedaba rezagada al balcón del olvido, sustituida por algún “pacto” o “alianza” adornada por “tres” cambios de forma, o hubiera avanzado hasta sus últimas consecuencias, aunque adaptada a las condiciones que impusiera la Maestra, tal y como sucedió en 1993 con el extinto programa de Carrera Magisterial.
La Maestra no se andaba por las ramas. Cuando estuvo al frente del sindicato magisterial, fue aliada del gobierno para impulsar algunas transformaciones, por ejemplo, la federalización educativa de 1992; sabia negociar, siempre y cuando el gremio comandara la batalla. Probablemente las tropas de la CNTE mediarían sus movimientos, sabiendo de la presencia de Elba al frente del SNTE.
El presidente Enrique Peña decidió presentarse solo en el campo de batalla. A diferencia de sus antecesores, que buscaban la foto con Elba cuando deseaban impulsar algún cambio en el sistema educativo, el actual Presidente prefirió no compartir créditos con quien en ocasiones, al menos en materia educativa, daba la impresión de portar el mismo rango que el titular del Ejecutivo, prácticamente una comandante. Más aun, hay quienes consideran la figura de la chiapaneca como una barricada que trabaría el paso de los oficiales y la tropa peñista, armados hasta los dientes con exámenes para la evaluación del desempeño docente.
Ante este escenario, el SNTE enmudece, no colabora. El silencio, hasta ahora, ha sido considerado como un acertado gesto por parte del sindicato no disidente.
Sin embargo, ante las circunstancias actuales y los vericuetos en los que se encuentra la reforma educativa, un aliado de la talla del SNTE, encabezados por una general particularmente estricta, hubiera significado fortalecer la tropa y sumar a la causa uno y que otro oficial de alto rango para enfrentar la consistente guerrilla que la disidencia magisterial promueve en varios estados.
Los aliados que sumó el gobierno federal son de voz, de presencia mediática, algunos empresarios, pero sin fuerza, sin capacidad de organización para movilizarse a favor de la reforma, faltos de un despliegue territorial que les permita apagar los fuegos, cada vez más y más intensos, encendidos en varias partes de la República. Los impulsores de la reforma educativa incorporaron aliados legítimos, que coincidían perfectamente con la idea gubernamental de evaluar a los maestros, pero irrelevantes en la batalla, voceros y no soldados.
Generales, encarnados por los gobernadores, al enterarse que la reforma implicaba dejar de manejar la nómina magisterial, lo que les restaría control en la asignación de plazas docentes, bajaron armas, decidieron alejarse del posible costo político; el ejército que Enrique Peña imaginó sostendría la reforma, sufrió bajas de consideración, reflejadas con el silencio y el desinterés de no pocos gobernadores. El comandante asomó a su balcón, detectó el humo que emanaba de los enfrentamientos, volteó hacia atrás y se encontró solo, sin tropa, sin generales, ni siquiera bomberos para apagar los fuegos.
La consecuencia de no percibir los detalles finos, lo tenue de un proceso transformador, es paradójica: la educación pública se libró de la “colonización del SNTE”, pero corre el riesgo de ser capturada por la guerrilla educativa. La reforma educativa ahora se negocia desde la secretaría de Gobernación con la disidencia, con la minoría, legitima y organizada, pero minoría. Cuando pudo haberse negociado, sacrificando desde un principio aquellos detalles (lo punitivo de la evaluación) que, como todo indica, al final de cuentas se sacrificarán, entre la secretaría de Educación Pública, encabezada durante el proceso de reforma por un antagonista de Elba, Emilio Chuayffet, junto al SNTE.
Es cierto, al negociar con el sindicato se pierde margen, pero, en cambio, pudo haberse ganado velocidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario