PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MÉXICO VERGÜENZA PARA LOS AMBIENTALISTAS Y FRANQUICIA FAMILIAR
Guillermo Orozco Rodríguez
“El Partido Verde Ecologista de México es un partido canalla que se burla de la ley” Jorge Alcocer
Los partidos verdes en el mundo son agrupaciones de ciudadanos que buscan una opción alternativa o diferente de la política tradicional, ya sea de derecha, de centro o de izquierda. Surgen en los años 70 del siglo XX como movimientos pacifistas y ambientalistas.
Actualmente existen más de 80 partidos verdes en el mundo, los cuales se basan en principios tales como la defensa de la naturaleza, los ambientes limpios, la democracia participativa, los derechos de los pueblos indígenas, la lucha por la paz y la no violencia.
Por supuesto que del dicho al hecho hay mucho trecho, y hoy cuatro décadas después los partidos verdes, que muy rara vez han logrado el voto de más del 15 por ciento del electorado, han sido presa de divisiones y deserciones, y más grave aún, han establecido alianzas con sectores indeseables, han sido penetrados por personajes sin escrúpulos convirtiéndose en membretes que ocultan negocios sucios, canonjías y prácticas deshonestas e ilegales.
En estos rubros se lleva el primerísimo lugar en acciones deshonestas el mal llamado Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que ni es partido, ni es verde, ni es ecologista y mucho menos le sirve a México. Fue fundado en 1993 con el apoyo descarado de Manuel Camacho Solís, y su primer liderazgo fue el de un mercader de las medicinas llamado Jorge González Torres, quien lo dirigió sin escrúpulos en una primera etapa.
El PVEM es el mejor ejemplo de un monumento a la inmundicia, que ratifica el ambiente de corrupción que caracteriza a la política mexicana. Esa creación espuria mal llamada PVEM ocupa de manera inmoral, inflada, artificial y utilizada de manera perversa por los partidos que han ocupado el poder, una posición en el espectro político, pues inescrupulosamente están del lado del régimen dominante sin importar color o tinte.
Desde su creación el PVEM ha mantenido su registro a base de la violación de los más elementales mecanismos de la democracia interna que debe imperar en los partidos políticos, además de la violación a los preceptos constitucionales como entidad de interés público, ha tejido alianzas vergonzosas e incongruentes, que exhiben día con día la baja calaña de sus dirigentes, quienes constantemente han sido exhibidos en actos de corrupción y mala conducta, se recuerda aquella famosa justificación o “chamaqueada” del llamado “Niño Verde” Jorge Emilio González Martínez en donde al más puro estilo gansteril se le otorgaron 2 millones de dólares para permitir a un grupo de empresarios la construcción de hoteles y muelles de lujo en las riberas de Cancún, municipio que se les ha concedido en muchas ocasiones, sin importar el daño ambiental que se generaría en esa zona, hasta su paso por “el torito”, lugar en donde se encierra en la Cd. De México a quienes conducen en estado de ebriedad.
Las propuestas del PVEM han rebasado el máximo nivel de la incongruencia, pues un partido que debe estar a favor de la vida, tiene como propaganda central la pena de muerte, propuesta que repiten en spots publicitarios y en espectaculares colocados estratégicamente en todas las ciudades de México. En el país más absurdo del mundo, el partido que debería prodigarse en la defensa de la vida hoy impulsa el asesinato como castigo.
El “famoso” PVEM, es una carga para el país, lo peor es que con la crisis económica nacional, también se vuelve una agresión política al pensamiento y a la inteligencia de los mexicanos.
El PVEM es una ficción, no es partido porque no representa a nadie más que a los dueños de su franquicia” ya que funciona como una lucrativa empresa privada que no rinde cuentas y que hace y deshace con dinero público en beneficio de ciertos intereses ligados al poder económico y político, pero no al bienestar colectivo. Son conocidos por ejemplo, sus lazos con la denominada “telebancada” auspiciada por las televisoras privadas y sus vínculos con el sistema autoritario al que sirve.
No es verde porque no promueve causas ambientales conocidas, sino demagogia pura y dura como la ocurrencia de los animales fuera de los circos, que luego mueren víctimas del abandono al no representar posible lucro para sus propietarios.
No es verde porque no promueve causas ambientales conocidas, sino demagogia pura y dura como la ocurrencia de los animales fuera de los circos, que luego mueren víctimas del abandono al no representar posible lucro para sus propietarios.
No es ecologista porque más allá del colorido logotipo, no se conoce su influencia ni aportación en la urgente agenda ambiental del país.
Tampoco se le puede considerar de México, sino de más bien de sus “dueños” o “gerentes”, tanto que ni siquiera los verdes europeos o Global Green, organización internacional de partidos “verdes”, los quieren entre sus afines a falta de argumentos ambientales conocidos y su total desprestigio.
De modo que estos verdes tan sui generis, han venido medrando por años y estableciendo oportunistas y lucrativas coaliciones electorales, que les permitieron en el pasado conservar el registro nacional; ya aliándose al PAN en tiempos de Fox, ya al PRI en tiempos recientes.
El PVEM se convierte actualmente en cómplice de las corruptelas Priístas al hacerle el trabajo sucio de propaganda, de reparto de despensas y otros enseres en tiempos prohibidos, para que las multas millonarias que deberían aplicarse al PRI recaigan en menor monto en su Partido satélite.
Es así que el organismo sucesor del IFE, ahora llamado Instituto Nacional Electoral, (INE) está actuando con demasiada tibieza. Les multa una y otra vez con cantidades que en caso de habérseles aplicado al PRI hubiesen sido estratosféricas (el verde sólo en este proceso electoral lleva 11 multas) con cargo a su presupuesto público, que al final es dinero que sale del bolsillo de todos los contribuyentes y no de sus acomodaticios y corruptos dirigentes. Por lo demás, las multas no consiguieron frenar su actuación mafiosa e ilegal, lo mismo con los famosos “cineminutos” contratados al oligopolio exhibidor de cine, o bien con sus tarjetas estilo “monex”, aquellas que de manera perversa contribuyeron al fraude electoral en 2012.
Votar por el PVEM, es votar por la muerte, es votar por la continuidad del PRI, en cambio negarle el sufragio es tener la esperanza y una contribución a que se debilite el corrupto sistema neoliberal.
Además de que el retiro o pérdida de su registro, sería un acto de limpieza y un buen ejemplo de cómo deben desaparecer de la escena política este y muchos otros partidos que lucran con la pobreza y necesidad que tendenciosamente provocan la clase en el poder al pueblo de México.
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