Lázaro
Cárdenas del Río Ejemplo de Patriotismo y Congruencia.
Guillermo
Orozco
Los
pueblos que no tienen ideales, ni luchan por hacerlos triunfar, es porque se
han degradado en la comodidad o en la esclavitud. Gral.
Francisco J. Múgica
Este
19 de Octubre de 2015 se cumplen 45 años del
fallecimiento de un hombre, convertido en un mito por sus acciones y
cuya figura se agiganta con el tiempo. El educador mexicano Carlos
A. Carrillo afirmaba, que estudiar la vida de los hombres que nos antecedieron
es para conocer sus acciones positivas e imitarlas.
Hacer
un análisis de los estilos de gobierno
de Benito Juárez y Lázaro Cárdenas, considerados los mexicanos más valiosos del
siglo XIX y del siglo XX respectivamente,
debe servir para que los mexicanos del presente hagan un comparativo y
vean la diferencia del respeto que tenían los gobernantes honestos hacia su
pueblo y la importancia que le daban a la integridad y soberanía de México, muy
diferente al estilo de corrupción, antipatriotismo y deshonestidad de los
gobernantes del presente.
Las informaciones
sobre él han desaparecido de los medios de comunicación, se trata de reducir
sus dimensiones de hombre recto para opacar
sus trascendentales actos de gobierno: la expropiación petrolera, la nacionalización
de los ferrocarriles, la Reforma Agraria, la creación de la Comisión Federal de
Electricidad, multiplicación –como nunca antes– de la Escuela Rural, creación
del Instituto Politécnico Nacional, el fortalecimiento de las Escuelas
Secundarias, Preparatorias y de las Escuelas para Hijos de los miembros del
ejército.
Lázaro
Cárdenas nació en 1895, en Jiquílpan;
Michoacán, primogénito de una familia de
clase media independiente, pero pueblerina, lugar que ya había visto nacer un presidente de la
República, al general Anastasio Bustamente, y a un poeta ilustre, Diego José
Abad.
En 1900,
Jiquílpan apenas contaba con un centro escolar, en donde Lázaro Cárdenas cursó
parte de su educación primaria. A la muerte
de su padre, la familia de once miembros
subsiste gracias al raquítico salario de
Lázaro y a la máquina de coser de doña Felícitas.
En 1925 le confiesa a un
compañero de armas: “Es tiempo de que las promesas de la Revolución se
conviertan en realidades, en hechos tangibles. Todos nosotros… debemos
dedicarnos con ahínco a que estos ideales se transmuten en acciones
constructivas”.
A partir de 1928 es gobernador de
su provincia natal, de un estado que ardía en la lucha cristera. Como es bien
sabido, al presidente Calles le daba por perseguir a los católicos; es decir, a
la gran mayoría de los mexicanos.
En la gubernatura, Cárdenas
demuestra un amplio respeto a las creencias populares. Tratando de no chocar
con la actitud anticlerical propia del presidente Calles. Actúa con indulgencia
en el caso de los católicos militantes.
A comienzos de 1933 rinde la
protesta como Secretario de Guerra y Marina, donde sólo estuvo cuatro meses,
pues por haberse “iniciado en distintos sectores del país un movimiento muy
sensible de opinión en pro de su candidatura a la presidencia y en vista de que
ese movimiento le exigía todo su tiempo”, renuncia a la Secretaría y se
convierte en candidato del Partido Nacional Revolucionario para la presidencia
de la República en el sexenio 1934-1940.
El 30 de noviembre de 1934, el
general Cárdenas recibió la banda tricolor que lo acreditaba como presidente de
la República. Pasó a residir a la casa de Los Pinos, ahí el joven presidente adoptó como nuevas costumbres la de
leer los periódicos de prisa y marcharse al Palacio Nacional donde recibía,
hora tras hora, comisiones de encopetados como era la costumbre, pero también instauro
otra costumbre, la de recibir comisiones de gente humilde. En la tarde, después
de comer en la residencia presidencial con su esposa y el recién nacido
Cuauhtémoc, volvía al Palacio y allí se quedaba hasta muy noche. Todo esto
cuando estaba en la capital, cosa poco frecuente. El general Cárdenas fue un
mandatario itinerante.
Acciones importantes de gobierno
son el reparto de la hacienda de Guarachá en Mich.; el apoyo oficial a las
huelgas y las manifestaciones multitudinarias; los catorce puntos leídos a los
conservadores industriales de Monterrey
donde les aclara que el gobierno “es el
árbitro y regulador de la vida social mexicana”; el reparto de las fértiles tierras de La Laguna a los
peones, la expropiación petrolera en 1938 y el acogimiento de los niños
españoles conocidos como los niños de Morelia.
Es cierto que todo ha cambiado dentro y fuera del país, pero la memoria
no debe perder la esencia del rumbo, la conmemoración de la muerte del general
Cárdenas debe ser un acto de reflexión para que los mexicanos de hoy evoquemos
el periodo de gobierno del primer plan sexenal,
con un significado ético e intelectual del pasado para compararlo con el
presente, un rescate de ese pasado que sirva como lección contra la corrupción
y la intolerancia, una reflexión moral
de como la historia juzga a cada quien en la justa dimensión de sus acciones.
Una lección a quienes se han encargado empobrecer
al pueblo y de entregar la soberanía y nuestros recursos a manos extranjeras.
En verdad y sin exageración: ¡Lázaro Cárdenas es el padre del México
moderno!
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