LOS
HOMBRES DE VILLA
La mayoría de los
integrantes de la División del norte eran voluntarios, aunque hubo excepciones,
muchos de ellos eran producto del reclutamiento o de las levas que hacían las
huestes del ejército federal y que al llevarse peones de las haciendas laguneras
para servir a su ejército, en algunas ocasiones eran capturados por las fuerzas
rebeldes por lo que tenían que optar siempre entre ser fusilados o unirse a las
fuerzas villistas, además se daban situaciones de deserción del ejército
federal.
La mayoría habían sido
reclutados contra su voluntad, y la libertad relativa, mejor paga y mejores
condiciones de vida que ofrecía la División del Norte contrastaba grandemente
con el trato duro y militarizado que recibían en el ejército federal.
La manera de cómo veían al caudillo sus
soldados era muy variable: Jesús Pérez, hijo instruido de un administrador de
una mina que había sido secretario de Emilio Madero antes de unirse a Villa,
decía que éste “tenía un gran don de mando; a él lo obedecían sin chistar, fue
un gran organizador, de manera que la tropa le tenía un gran respeto, más bien
respeto que temor”. Había consenso entre los antiguos soldados villistas sobre
las características del caudillo como revolucionario social.
Algunos lo describían como
revolucionario agrario, que habría repartido la tierra y la hubiera repartido
de haber tenido mando en el gobierno, Otros usaban la designación de “amigo de
los pobres” y otros como “benefactor de los pobres”, era como si tuviera
electricidad en los ojos y la gente lo quería, afirmó en una entrevista José
Dolores Figueroa, originario de Bachiniva.
La División del Norte nació
el 29 de septiembre de 1913 en la hacienda de La Loma, Municipio de Lerdo;
Durango, cuando los caudillos de varios grupos rebeldes de Chihuahua, Durango y
La Laguna decidieron unir sus contingentes y elegir a Pancho Villa como jefe
común o general de generales y se disolvió el 21 de diciembre de 1915 en la
hacienda de Bustillos, Chihuahua, como resultado de la larga serie de derrotas
iniciada en Celaya en la primavera de ese año.
Este periodo es, con mucho,
el más interesante, porque durante esos 27 meses el villismo fue una
alternativa real, fue construyendo un proyecto propio y se convirtió en el
ejército revolucionario más numeroso y potente en la historia de América
Latina. 9 Después de la disolución de la División del Norte, los villistas
continuaron su lucha durante cerca de cinco años, pero no fueron a partir de
entonces más que uno de los muchos grupos insurrectos, sin posibilidad real de tomar
el poder, sin ningún proyecto alternativo viable que ofrecer al país.
Del norte villista, es decir, Chihuahua,
Durango y el suroeste de Coahuila (la Comarca Lagunera), salió la gran mayoría
de los hombres de las brigadas que dieron vida a la División del Norte, y ésas
fueron las regiones más firmemente controladas por el villismo durante el
pináculo de su trayectoria, y donde más tardó en apagarse la resistencia
guerrillera villista tras la derrota y disolución de la División.
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